31/5/07

En una exposición de Klimt


Oro, morado, mujeres, desnudos, platas que se cruzan en los cuerpos, gestos serios, flores, serpientes de agua con fondos como escamas, revueltos de mujeres vírgenes bajo mantas coloridas, pechos, cabelleras, rizos, ojos, girasoles… ¿quiénes son estas mujeres? ¿Las imagina? ¿Imagina sus miradas, sus ocas entreabiertas, la posición de su pelo que se recoge y se enreda? ¿Qué pensaba al dibujar las manos crispadas, los vientres hinchados, los niños?
Sangre de pez, mujeres suspendidas, serpientes, no sirenas.
¿Por qué un mono gigante? ¿qué significa?
Egipto. Anorexia. La muerte descompuesta, con el pecho colgando y el pezón negro, las calaveras, a locura. Y una mujer gorda, enjoyada… Son serpientes, flacas, rubias, pelirrojas, morenas. La muerte. Sobre las cabezas, como una calavera de pelo negro, largo, sucio, poco. Serpientes, piel de serpiente, girando sobre los fantasmas rodeándome.
Brazos estirados, muñecas hacia arriba, piel ceniza y el coro de bocas besando, tras el triunfo de un abrazo con los pies enredados. ¿Quién puso las manos así?
Rosales cuadrados llenos de espinas perfectas.
Y la música vestida de azul, con flores en la cabeza. ¿Por qué toca Schubert el piano rodeado de cantantes blancas a las que no se ve?
Hay mujeres asomando en el fondo violeta de un foco, tras el techo de parras clavadas. Mareándome, arrastrándome, inquietándome.
¿Por qué? ¿quiénes son? ¿qué significa?

Desnudémonos pues como viejos amantes...
tarareaba en el último escalón,
cuando la flauta del afilador sonaba
imitando versos en la calle,
y tú esperabas paciente
que volviese a rescatarte.


Tengo la boca llena de caminos
a ninguna parte.

30/5/07

Confesiones


No sé qué datos puedo darle para explicarle quién soy, pero verá, jamás uso tacones -a no ser que sea puramente imprescindible- acaban doliéndome los pies y termino por andar descalza, o por bailar descalza, que muchas veces viene a ser lo mismo. Generalmente no termino nada de lo que empiezo por pura pereza y presumo demasiado de mis pocos logros sin darme cuenta, es un defecto que me viene de fábrica, quiero decir, de herencia. Para ser sincera no estoy muy de acuerdo con mi pelo, ni con mis caderas, me avergüenzo de mi barriga de media luna y meto tripa para las fotografías. Si se fija usted, tengo un lunar en esta mejilla que no me agrada demasiado, en cambio este de aquí, ¿lo ve? el de debajo de la boca, me parece encantador, como los dos que marcan el principio del escote y el largo de las faldas, rematadamente apropiados.
No suelo maquillarme, no por nada, es decir, no tengo nada en contra de las mujeres que retocan o restauran sus rasgos, suelen ser bastante hábiles, pero me gusta restregarme los ojos y besar, sobretodo me gusta besar. Tiene mucho encanto un buen beso, ¿no lo cree usted así? Sobretodo cuando se aloja en ciertos sitios con falta de costumbre, como la comisura del labio o la muñeca derecha o sobre el párpado. Me muerdo las uñas. No puedo ocultarlo más. Desde pequeña, mis padres intentaron mil trucos, pero no funcionó ninguno. Logré dejármelas largas por primera vez en bachillerato, para pintarlas de un azul eléctrico horrible que mi madre miraba con cierta desaprobación. Ahora las dejo crecer de vez en cuando, para pintarlas de negro. No piense nada raro, o piense lo que quiera, es usted libre, ¿me entiende? Así pintadas, parece que me tientan menos, o que me distraen algo. Al final acabo atacándole al esmalte hasta que desaparece dejándome un tanto indispuesta para entrevistas o reuniones en las que tengo que enseñar las manos, llenas de manchitas negras. ¿Por dónde seguir?
De pequeña me caí saltando a la comba con una manguera, puede ver la prueba evidente, tengo una paleta montada sobre la otra y una pequeña mella en el diente. Siempre he querido llevar aparato sólo por llamar la atención, pero mi madre no utilizó jamás este recurso para martirizarme. También me empeñé en llevar gafas y lo conseguí con una serie de mareos y nauseas cierta primavera. Unas gafas maravillosas de pasta malva que sólo me pongo cuando me siento lo suficientemente intelectual. Me gusta llevar reloj, éste, aunque parezca de marca, sólo me costó cinco euros en un puesto ambulante. No suelo mirar la hora y cuando la miro no atino a verla, lo he convertido en un gesto cotidiano que carece por completo de significado. ¿No le pasa en ocasiones que tiene que mirar cinco veces su muñeca para cerciorarse de que son las dos? Es algo bastante molesto.
Nunca he llevado un vestido largo, no porque no me gusten, ¡me he probado millones sólo para comprobar si me favorecían! Pero considero que no sirven para cualquier ocasión y nunca me he atrevido a comprarlos. De todos modos, para qué mentirle, siempre he preferido unos buenos pantalones vaqueros, anchos, de caderas bajas, algo masculinos, a las faldas de cintura que me aprietan al sentarme. Puede tacharme de poco femenina si así lo desea, pero le adelanto que se estaría equivocando. Me gusta enseñar las piernas, pero sobretodo en verano. En verano no escapo de las faldas, al contrario, casi no uso otra cosa por pura comodidad, aunque confieso que tengo que controlarme para no cruzar las piernas indebidamente o simplemente retreparme en el asiento.
Amo las sandalias y amo quitarme las sandalias para mojar los pies en el mar, aunque se llenen de arena. No temo a la arena, no voy a la playa como las familias cuidando de que la tortilla de patatas no acabe rebozada, no me importa tener que enjabonarme la cabeza veinte veces para quitarme la tierra o volver a casa y al deshacer la maleta tener que pasar la aspiradora. Y no crea que digo una nimiedad, odio pasar la aspiradora, me saca de mis casillas ese ruido infernal tan relacionado con la liberación de la mujer en los sesenta. Otra cosa que no soporto es subir las escaleras la primera, siempre cedo el paso, y no es por educación, se lo aseguro, es pura manía, aunque no me considero maniática. Por lo menos no todos los días. Eso sí, no me puedo dormir sin leer y sin rezar, son buenas costumbres que conservo desde niña y que me hacen caer como una bendita –siempre que no tengo la cabeza llena de ideas sobre el calentamiento global, la estabilidad de mis pasiones, el hambre en el tercer mundo o la vejez-.
Antes odiaba ser capturada por la cámara de fotos y ahora soy yo misma la que se fotografía, algo relacionado con la autoaceptación y la liberación de mi niña interior, ¿comprende? Pero reconozco que sigo sin soportar escuchar mi voz a través de un aparato eléctrico o verme en un video casero, mucho menos verme actuando. Es algo que me paraliza y frustra mis siguientes representaciones. Me siento obligada confesar en este punto que se debe a mi terrible pánico a la ridiculez, nunca condenaré la infidelidad, sino el hecho de saberlo la última. Otro absurdo más. Pero, ¿qué decirle ya? Me corté el pelo para acabar con todo y me encontré de niña, siempre soñé ser bailarina y aún creo –muy a mi pesar y a pesar de los complejos que significa- en el príncipe azul, aunque me he propuesto dejar de buscarlo.
Como con la boca cerrada y no suelo reírme con los chistes, aborrezco las conversaciones sobre el tiempo y me frustra que no entiendan mis poesías –aunque también me hace sentir cierta satisfacción poco apropiada-. Me encantan los niños y las personas mayores, los libros de casa de mi abuelo son el tesoro que aspiro alcanzar y que poco a poco estoy robando, tengo miedo al abandono y a las voces más altas que otras. Desde que comencé a dormir con tapones aprendí lo que era no despertarse cincuenta veces durante la noche y ahora persigo malhumorada a cualquiera que me haga perder horas de sueño, no sé si lo comprenderá, sé que es un defecto, pero soy tan feliz cuando duermo… si supiera usted la de cosas que rondan por mi cabeza lo entendería. Es como ser todo y nadie, ¿me sigue? Es ser yo misma.

28/5/07


Margarita tenía las piernas largas y las faldas cortas, esa era para su padre la única razón por la que la habían contratado en un puesto de secretaria tan importante. Pero Margarita no solía escuchar sus interminables sermones y andaba con pasos largos y tacones altos. Cuando Margarita cruzaba un semáforo, todos rezaban para que la luz no cambiase a verde, y las piernas de Margarita siempre olían a perfume, a perfume de jazmín temprano. Al calzarse, Margarita no tenía nada que envidiar a las famosas actrices que salían por la tele pequeña de su dormitorio, y un antiguo novio estaba convencido de que aquella longitud sólo era capaz de producir un vértigo estremecedor y acompasado. Pobre Manuel recordando siempre los palmos entre inlge y tobillo, siempre, siempre comparando. Seis y medio, casi siete palmos, Margarita.

26/5/07

No somos ecos de fragilidad
y cuando intentaste desnudarme
de pintura,
sólo quedaron demonios
en ropa interior,
jugando al solitario
con mis cartas.

Estoy cansada de esperar
que te despiertes de pronto
y me reconozcas.

25/5/07


qué fácil sería que pudieses leer en el mundo todo lo bello que cree para poseerte, que pudieses decir al último verso: fue sólo para mí, que lo entendieses. qué simple sería si encontrases mis vocales esparcidas en la tierra, alumbrando bocas muertas de puro silencio, que allí, donde se esconden las palabras supieses tú mirarme, reconocerme, perdida ente un vocabulario tan absurdo, chocando contra las paredes, arrojada siempre al último sonar del acento interminable,a una pausa, a un voy a volver, a un me saboreas. Y siempre, y siempre cazando suspiros que no fueron para mí, siempre escuchando palabras de niños en boca de hombres, siempre buscando robar a la orilla de un nombre, todo lo sutil que no creaste para mí, todas las declaraciones de independencia ficticia que necesito para recomponerme en la mañana, cuando nada conserva tu olor, y decir entonces: tuvo sentido. Decir: encontró mis mensajes al fondo del mar, leyó mis frases en la arena, supo de mi amor por los corales, supo... supo que todos sabían que lo quería. no dejar al olvido los textos preñados de sal. Te los robará, te los robarán todos para jurar de pasión y deseo, para arrojar las sirenas a las sábanas de papel.

¿Cómo duermes tranquilo sabiendo que otros encontraron mis versos?







Merezco el amor de un poeta

24/5/07


Entonces todo podía ser posible, bailar por la casa saltar desde el sillón para soñar volar a través de la ventana...


Y corría los pasillos dando brincos, convencida de los principios de la estética y la belleza, segura de que nadie podía interponerse entre lo sublime y yo. Miraba con los párpados semicerrados, fingiendo pestañas que nunca tuve, convencida de que lo que hacía tenía sentido.


Luego todo lo olvidé: los sueños infantiles, las piruetas improvisadas, los bailes de sirena... Ya no servían de nada.

Capuchino de máquina

No hacía mucho había soñado que vivía un amor apasionado con un hombre más joven que ella al que hacía poco que conocía. Había soñado que los dos tenían un romance secreto. Que fingían odiarse en público para no levantar sospechas y que, después, se besaban a escondidas como dos adolescentes en primavera, buscando la mímica oportunidad para tenerse en las escaleras, en el pasillo, en el cuarto de baño, en la calle más estrecha.
Y al despertar, tras saborear su extraña sensación de abandono y deseo, había acariciado la espalda de su marido para saciar su sed de desnudez recién levantada.

Esa mañana tenía que ir a la antigua sede de sus oficinas a recoger una antigua carpeta de documentos. Diluviaba y olvidó el paraguas. En la carrera del coche a la puerta se puso empapada. Pensó cuatro palabras mal sonantes cuando descubrió que los zapatos nuevos se le habían calado y se prometió un café de máquina después de recoger la carpeta.
Todavía trabajaban allí algunos compañeros y pasó a saludarlos de camino a su antiguo despacho. La carpeta estaba en el cajón del escritorio, se quitó el abrigo y lo colgó en su silla. Iría a por el café y esperaría a que escampara.

La máquina de café no prepara el mejor capuchino del mundo, pero es más respetable que los horrorosos brebajes del bar de la esquina. Echa la moneda y recoge el cambio. En espera. Preparando. Retirar. Se agacha para recoger el café y, cuando levanta la cabeza con el líquido ardiendo a través del vaso de plástico, lo ve, como si todavía formase parte de su sueño. Y teme confundirse.
Lleva unos pantalones de pinzas y una bonita camisa de listas marrones. Se siente como una colegiala. Otra vez como una colegiala con el corazón desbocado. Cuando él la mira, el café está a punto de caérsele de la mano derecha y lo cambia a la izquierda.
-Hola-, dicen sonriendo.
Y él se acerca para recibir los dos inocentes besos del protocolo entre personas que no hace mucho que se conocen. Ella, de pronto, no sabe besar como desconocida, sino sólo como mujer, y deja su mano apoyada entre la oreja y el cuello de su compañero, atrayéndolo hacia sí. Y sus dos besos son besos distintos e iguales a todos.
Cruzan cuatro palabras después de separarse. La invita a ir a comer con unos amigos comunes. Pero se defiende con una ridícula excusa y escapa con un nudo en el estómago.

Cuando subió las escaleras de vuelta al despacho descubrió que las rodillas le fallaban como a una quinceañera y que tenía los pies empapados todavía. Se sentó mirando por la ventana y cuando recordó el café estaba tan frío que decidió dejarlo allí y volver al coche. No había parado de llover.

-Bésame como si fuera a morirme mañana-. Le había dicho a su marido al descubrir que había vuelto a olvidar la carpeta en el despacho.

23/5/07


Leeme
para que sepas lo que significo.

no sabes la de cadáveres
de versos
que conservo
de esperarte

muerta de sueños
acorralados
en el bolsillo izquierdo
del último pantalón

que me quito esta semana.
muerta de ganar
apuestas contra mí
misma
puerta para encerrarte
fuera,
siempre fuera de aqui.
muerta de vida
rebosandome
todas las grietas
de asustado corazón,
como macetas de azucenas
olvidadas por mi madre.
muerta de nada,
contra nada,
abando-nada.

22/5/07

Y esa parte de mí
que no conocía se escondió de nosotros
para sorprenderme a solas
con palabras distintas
sobre la eternidad
y la miseria.

Delgada recuerdo
la línea del torso
de un pez amarillo
conteniéndome.

Los ojos pequeños
bajo la frente enorme
coronada de raices
corriendo a melena larga.

Acorralados, dos rizos
se escondían bajo el peso
en caída lenta
de un pelo alisado
a fuerza de secador.

La boca...
la boca no existió
hasta que llegaste.

Las manos, manchadas
de coral y tinta,
pintaban cuadernos
olvidando bailarinas.

Negros, amarillos, malvas
cardenales asediando
mis rodillas deformadas,
ecuador de las piernas
largas y delgadas
culmen de mi ridiculez.

Un junco, desquebrado,
a la orilla de un patio
lleno de chinas y sol,
en la sombra redonda.

Y como faros encendidos
las mejillas coloradas
siempre ardiendo
de correr por los caminos
jadeando en bicicleta.

Jirafa morena
saltando a la comba,
subida en el árbol
llorando canciones.

Flacucha sirena

con ojos de cloro.
Marcada princesa
con cuentos de sal
liados en las muñecas
con las que nunca jugaba.

Cuando miro las fotos y me veo, transparente,
no me saben a mí. No recuerdo reírme tan de seguido.
Esperando-te
sentada sobre el vacío,
remitiendo formas vagas
a tu fondo de cristal.
Y quizá, cuando el
tiempo muera
y los cuentos
hayan cumplido su misión,
entonces tú vuelvas
sin recordar, quizá,
que te marchaste.

Esperando-te
las cosas se hacen
descaradamente tuyas,
recordando cada signo,
intermitente,
de tu antigua desnudez,
de tu boca pintada
con sonrisas mal
gastadas.

Quiero que vuelva el papel
el inutil dibujarte...
para tenerte,
para ser significado
en ti.

A veces las mentiras son de plástico.Y nos sobreviven, aunque no queramos.
Ya no te siento
en tu olor,
y se me escapan a gritos
los recuerdos.

La soledad me sabe amarga
sentada contigo.

21/5/07

no.
no te acuerdes
de mi
de nada.
no
no existí
lo sabes.
adios.
te quise,
no,
mentía.
yo no...
lo siento,
amor... no:
nadie... sólo
nadie.


Y balbucea, descaradamente perdida en palabras vacías que suelen desmentirla. Balbucea anhelante. Presa de respirar, cautiva de una voz que no reconoce en la suya. A veces, las mentiras son de cristal y transparentan las ganas de dejarse llevar por todo lo que se sueña, por...

por lo que nunca será verdad
por lo que no nos diremos
por lo que no lucharemos
presas ciegas de otros yo
por decir
por sólo decir
a voces
mejor mañana.

20/5/07

Aunque no esté nada bien

algo así como besarte
como enredar mis ladridos
en tu boca interminable,
algo así como dejarme
querer
a tu torpe manera,
como dejarme alcanzar
-cazar-
aunque no sea necesario,
aunque no te lo merezcas.
algo así como dejarme
perder en tus manos feroces
y decir:
no pude hacer nada
para remediarlo.
Y decir:
yo no quería,
en voz alta
y queríamos los dos
en un susurro.
algo así como besarte
cuando no te necesito
cuando sólo tú
piensas en mí.