31/12/09

vamos a contar mentiras

¿Hago repaso? ¿Me propongo cambios? ¿Apostamos algo? ¿Pronostico cómo acabará el año que empieza esta noche? ¿Sigo haciendo preguntas hasta que se me acabe todo lo que contar?

Hoy no hay versos pequeños. Hoy tengo demasiado que decir.

A veces piensas que tienes la vida resuelta, que todo irá bien, que ya sólo te queda acomodarte e ir construyendo un futuro más o menos agradable en el que estás dispuesto a aceptar todo tipo de renuncias. Supongo que los que estuvieron en el nacimiento de este blog conmigo saben de lo que hablo, entienden todas las señales que yo di y que no quise mirar.

Hoy he releído los últimos tres años de mi vida. A veces parece que fue ayer, a veces parece que no fue nunca.

Sueñas, proyectas, propones… Yo lo hacía a ciegas, porque tenía que engañarme para sobrevivir, no podía abrir los ojos a mi vida y descubrir simplemente que estaba vacía.

Afortunadamente cuando tú no eres capaz, el otro sí.

Algunas noches todavía me despierta el ruido de cristales. Puedo enseñaros una cicatriz poco heroica en el centro de mi pecho.

El 2009 ha sido una putada.

Simplemente.

Desnuda, a la intemperie, herida, desolada, aterrorizada. Comenzó más o menos así… después incluso empeoró un poco…

No había llegado la primavera cuando todo lo que había construido no servía para nada. Muchas veces había deseado eso de borrón y cuenta nueva, muchas veces había fantaseado con la posibilidad de perderlo todo, nunca había sido consciente de que junto a la inmensa libertad, viviría mi historia.

Nunca he perdido la memoria.

Abel señaló que pisaba buen suelo tras cierto poema. Era cierto. Las personas como yo no aprenden rápido, pero sí aman rápido.

La libertad, mi historia, la fe y el amor me vistieron de esperanza. Pero no de paciencia.

Me puse de pie, sobre el suelo, desde el pozo, en el desierto, en pleno martes, tras intentar ahogarme a mí misma, de pie. Miré el mundo y era hermoso, es hermoso.

Comencé a caminar sin saber muy bien hacia donde. Comencé también a refugiarme en los que siempre habían estado ahí, a pesar de todo, y en los que se prestaron a acogerme. Di amor, pero intenté no recibirlo.

Cuando estás rota por dentro, cualquier muestra de afecto es más dolorosa que la herida.

Amé, con todo mi lastre, con todo mi miedo, con valentía del que ya no tiene nada que perder. ¿Qué riesgo existía para mí que no tenía nada, que estaba desnuda, que sólo podía apostarme yo?

Lo habéis leído, me quisieron. A veces con palabras, a veces con acordes, incluso fui canción. Creí que por fin tenía el amor de los poetas o algo que se le parecía tanto que me hacía enloquecer de alegría, de pánico y de besos.

Miné mi pecho. Supongo que era de esperar. Me cambiaron la vida, todo estaba cambiando, estaba cambiando yo a pasos tan agigantados que de pronto no sabía dónde encontrarme. Me cansé de ser fuerte muchos días y lloré. Lloré con pena de mí misma, aunque no quede elegante.

Mentí, fingí, incluso a mí para no recordarme la completa soledad que me aferraba fuerte las manos.

No he sido buena chica conmigo muchos días.

Pero seguía caminando, no me he parado. Aprendí que el sufrimiento era optativo y acepté mi pena, abracé mi tristeza con serenidad, he dejado de hacerme la guerra, sólo me quema las fuerzas y me agota.

No me abandoné al dolor, creo que no sabría hacerlo, hay vida dentro de mí y sueños y Dios.

Me corté el pelo queriendo y el amor sin querer. Lo del pelo me salió mejor, lo otro regular, porque sigo amando.

Los versos pequeños vinieron porque me daba miedo enfrentar el dolor con párrafos. No son frases geniales, no son poesías, a veces son sólo gritos, a veces son susurros, últimamente son declaraciones de intención.

Estoy a medias. Estoy herida. Agradecida. Buscando la manera de ser feliz, porque no la encuentro en ningún sitio. Aceptando mi soledad sin fecha de caducidad. Amo desde lo que soy, porque no sabría dejar de hacerlo.

Si algo salva mi alma, son los verbos y esa capacidad idiota para seguir queriendo, a pesar de todo, a pesar de mí.

El 2009 ha sido una putada y el 2010 va a seguir siendo lo mismo. No es pesimismo, tengo pequeños milagros que me devuelven el pulso a diario. Pero entendedlo, cuando te rompen, cuando te vuelan, por mucho que quieras soñar, por mucho que quieras, no puedes seguir confiando en la belleza.

30/12/09

cita

a rey muerto

rey puesto

gritan en el ascensor

mis lágrimas nonatas

mientras me desnudas

con tus manos

y me hieres

con tu boca.

me inspiraste, sonrisa de Hiperión, Antonio

Se miró en el espejo, abrazada por la toalla, los ojos opacos. Al principio fue emocional desnudarse y agarrar las tijeras, dejar ondear su melena rizada, sujetar el primer mechón y herirlo sin remisión. Después, cuando las mejillas se veían despejadas, pudo pensar si seguir, o abandonarlo.

cosas de valientes
ya no es cobardía
no querer andar sin ti

29/12/09

Las canciones sonaban en el coche mientras la lluvia repiqueteaba contra los cristales. Irene tarareaba evitando pensar demasiado. En una de las curvas, justo al salir de un túnel, las montañas aparecieron como gigantes custodiando la tormenta. Olvidó la música y recitó su credo. Al instante retomó su tarareo mecánico tropezándose en un verso. Respiró hondo y sonrió, como si estuviese a punto de subir a casa de su madre, como si no estuviese sola en el carril izquierdo, comiéndose las señales de velocidad y las lágrimas.

estos días
estos días soy culpable
de inocencia y omisión

desperté
con el sello de tu boca
estampado en mi cintura

27/12/09

crepitar
anunciaron tus pasiones
de fronteras en mi espalda

26/12/09

Llevaba la bufanda anudada al cuello y la chaqueta abrochada hasta arriba, como no me había visto llegar, pude aprovechar para contemplarlo desde lejos, comprobando si seguía siendo el mismo que yo recordaba. No podía evitar preguntarme si sus ojos seguirían conservando el mismo aire curioso, el mismo pozo de preguntas, si seguirían siendo, en parte, mi espejo. Esperé frente a la plaza a que dejaran de pasar coches. Me descubrió mientras cruzaba y sacó las manos de los bolsillos, dejando los brazos libres para preparar un posible abrazo. Sonreía, sin moverse, sin ponérmelo fácil, sin acercarse a mí mientras yo lo buscaba, aprovechando ahora su turno para descubrir si seguía siendo la misma. Me detuve a unos pasos de él, lo suficientemente lejos como para que no me alcanzase, lo suficientemente cerca para decir lo que tenía que decir, sin hablarle. Abrió los brazos y movió las manos haciendo un gesto para que me acercara. Era él. Me abracé el pecho y me dejé proteger, sintiéndolo alrededor mía. Su bufanda me acarició la mejilla y me reí sin darme cuenta, lo respiré profundamente, despertando viejos recuerdos. Entonces se rió él, besándome en el pelo.

24/12/09

sin preguntar
me desnudó por casualidad
la inocencia

22/12/09

 

Los gatos pelean en mi estómago por la mañana en una cama vacía por costumbre. El despertador amanece dando gritos y la hora descubre mensajes secretos desconcertantes tras una noche interminable. La casa se sigue moviendo y recorro, desnuda, el pasillo hasta la ducha. Que sea lo que Dios quiera, murmuro mientras el agua va ahogándome los gatos en el borde de la espalda. El reloj vuelve a avisarme y el vestido se me enreda entre las piernas. El dolor de cabeza insoportable recibe su vitamina sin receta y en la calle el viento promete robarme el nombre. Vuelven las palabras encadenadas a mi conciencia todavía amodorrada. No tiene que importar, y meto el pie en un charco, no tengo por qué sentirme en el centro de la diana.

21/12/09

-¿Te acuerdas el truco ese viejo de entonces?
-Claro que me acuerdo.
-¿Entonces no te vas a dejar engañar?
-Tú prueba y ya veremos.

llueve sobre mojado
en mi alma de papel
nos naufragaron tus barcos.

17/12/09

bajoletra
ven y píntame la piel
de manías y portazos,
hazme amor de garabatos
en el fondo de la espalda,
con la sombra de tus miedos
y mis barcos de papel
hundidos, pobres, de velas.

ven y rómpeme la sed
con promesas de equilibrio
no me importa no tener
donde remendar mis alas
si mi miel te sabe a poco,
ven, abrázame la hiel
si se consumen tus ganas.

16/12/09

codíciame
hasta que el sueño le gane
la batalla a las palabras

-Bébete esto –me indicó con su voz ronca, susurrante en la habitación oscura.
Tomé con mis dos manos el cuenco humeante, no confiaba en ser capaz de sujetarlo de otra forma. Tenía miedo y temblaba. El líquido era muy suave al paladar, pero el sabor, si es que podía llamarse así, era insoportable. Dolía. Simplemente dolía al atravesar mi lengua, al cruzar mi garganta como el fuego hasta alojarse en el centro de mi estómago.
-Todo –apostilló acariciándome el pelo con sus manos arrugadas, mirándome desde aquel lugar inaccesible al que yo ansiaba llegar.
Comencé a tiritar y me ayudó a sujetar el cuenco para que no derramase las últimas gotas de su contenido. Después, tratándome como si fuese una niña asustada, liberó mis manos de la presión contra el recipiente y me empujó con suavidad sobre el catre improvisado que había extendido en el suelo a mi llegada, cuando todavía no tenía claro si quería participar en aquello. Escuché el ruido de sus pulseras acompañadas del susurro que sus labios producían al recitar palabras incomprensibles junto a mi oído. El sabor amargo había pasado y sólo podía experimentar el nerviosismo de la duda, ¿funcionaría?
Cerré los ojos mecida por sus oraciones, traté de relajar todos mis músculos tal y como había aprendido para conciliar el sueño, intenté vaciar mi mente. Pero todo seguía allí.
De pronto, la mujer dejó de murmurar. Temí abrir los ojos.
-Libera todos tus demonios –dijo ronca posando su mano abierta sobre mi pecho tembloroso. El contacto fue mínimo y de inmediato el dolor se desató como un torrente cegando todo lo demás. Intenté resistirme. No lo logré. Perdí el sentido.

14/12/09

dile
dile que ya vendimos
todos los restos de sueños
que construimos
(y nos pagaron bien)

13/12/09

-Siempre olvidas las cosas importantes -me dijo al tiempo que se abrochaba el abrigo con movimientos firmes.
-Lo siento -murmuré arrebujándome más en mi bata roja. Ni siquiera sabía cómo había podido pasárseme. Se acercó y me propinó un beso seco en la frente.
-No te disculpes -indicó abriendo la puerta de la calle-. Pero la próxima vez tienes que acompañarme -asentí sin saber muy bien qué decir, sintiéndome todavía abrumada por el remolino de los acontecimientos-. ¡No pongas esa cara de pavisosa!
-Perdón... -repetí sin darme cuenta.
-¡Oh, Dios mío! -se rió desesperado soltando el pomo de la puerta y abrazándome cálidamente-. No tienes remedio...
tentaste
tentaste a la suerte
conmigo.

11/12/09

La historia comienza in media res, ella lleva el vestido de siempre con unas botas sucias y una bufanda gastada por el tiempo y el mal uso. Cuando comienza la música, se gira para mirar a la izquierda -la cámara se cierra en un primer plano-, duda y busca, parece que no encuentra nada. Entonces vuelve a mirar hacia delante, sólo nos deja el pico de su oreja entre los rizos marrones y un pendiente tintineante por el movimiento. Las sombras se arrullan en las cuevas de su cuello, pero sólo podemos intuir la catástrofe cinco segundos antes de que vuelva a abrirse el plano y la calle empedrada aparezca vacía..., salvo por ella.


oráculo
Erizaron con preguntas
sus pasiones y sólo eran
de cristal sus mil aristas.

10/12/09

tropieza
tropieza con las mentiras
que dejaste sin hilar
en el pasillo de las oportunidades.


meteorología
tienes alma de cartón
si llueven piedras

9/12/09


De nuevo tenía la postal allí, sobre mis libros, intentaba calcular en qué forma a aquella extraña presencia le daba tiempo a colocar entre mis cosas sus cartas desde el fin del mundo. Estaba preparando oposiciones en la biblioteca de la facultad, porque el clima me había resultado útil para obtener buenos resultados durante mis años de estudiante, llevaba cinco semanas yendo a estudiar y en ese tiempo había recibido ya nueve señales de una desconocida.


Nueves postales improvisadas, formadas con la fotocopia de una fotografía cualquiera de los libros de geografía que se hallaban en aquella planta. En algunas incluso se podía leer parte del texto en caracteres enciclopédicos.


“Hoy hemos estado en Praga, estabas graciosísimo con la bufanda apretada como si fueses un niño, tapándote la nariz. ¿No disfrutaste tanto como yo con el paseo por la Plaza Vieja? Me encantó tu cara de sorpresa cuando las farolas titilaron a última hora de la tarde, pero no voy a invitarte a más café hasta que no aprendas a dejar de cantar por la calle. Te quiero”.


Levantó la vista para intentar descubrir a su extraña guía turística, pero todo el mundo continuaba concentrado con la cabeza baja sobre los libros. ¿Quién era? ¿Quién de ellas era?

8/12/09

Expropiada
Sal de tu tierra,
vieja mujer.

cero grados
crucé la línea
de las cuentas viejas.

4/12/09

pasillos cerrados
recoge todo lo que tengas
aquí no hay nada más
que decir.


(Feliz puente a todos, nos vemos el martes)

3/12/09

idiomas
mi incomprensión la soluciona
el lenguaje dulce de tus manos.
al llegar a casa
Arrojo la vida sobre la mesa
y poso el alma en el sofá,
curo heridas y preparo la comida.

(Es la poesía que más me canso
de recitar)

2/12/09

cristina y la sardina
a veces todo me sabe
demasiado salado

cadencia

Llevaba la bata roja anudada torpemente sobre su cuerpo desnudo. Tenía la piel pálida por el frío y las mejillas levemente sonrojadas. Observé cómo se recogía el pelo en la nuca con sus dedos temblorosos. Se miró en el espejo con curiosidad y descubrió el rubor en sus pómulos helados. Sonrió haciéndome estremecer, llevaba tanto tiempo sin hacerlo así, con inconsciencia. Y se vio bien, lo supe, a pesar de los ojos hinchados y de los labios heridos, hubo un instante en que fue feliz con esa imagen. Entonces pareció clavar su mirada en mí, aguardando a su espalda, cerró los ojos lentamente y dobló la cabeza cediéndome su cuello largo, congelado. Aguardó unos segundos así, quizá unos minutos, a mí el tiempo se me hizo interminable. Después volvió a mirarse y recuperó con tristeza su aspecto original, uno de sus mechones se escapó del improvisado peinado para ocupar el lugar que debía haber inundado mi beso. Apretó los labios y arrojó la bata al suelo. En ese momento sólo había un pensamiento en mi cabeza. Sólo uno. Sólo un deseo: “ojalá no estuviese muerto”.

1/12/09

injusticias
he marcado en tu piel
mis mil heridas

cry me a river (Julie)
no voy a prometerte
mi calor en la escalera

–Bienvenida a Diciembre, el chaleco salvavidas está debajo de su asiento, pero no existen salidas de emergencia. Le deseo un buen trayecto.