30/6/09


Desde el final del pasillo se filtraba la luz naranja del balcón principal. Me senté en el suelo templado a esperar a que el timbre sonase indicándome que ya habían venido a por mí. Me abracé las rodillas desnudas y apoyé la espalda en la pared amarilla, pensé que mi madre se llevaría las manos a la cabeza si me viese en aquella posición, pero no era la primera vez en los últimos meses que había tenido que tomar suelo para mantenerme, como si el vértigo disminuyese al acercarme a la tierra, como si el estar tendida sobre el mármol me hiciese menos vulnerable. No podía pensar claramente en nada. En mi cabeza se extendía un silencio de desierto que compaginaba muy bien con la quietud de la casa, y era mejor así. Apoyé la mejilla contra mis piernas y me concentré en los dibujos que la luz trazaba sobre la rugosidad de las paredes. De pequeña buscaba figuras en aquellas montañitas diminutas para poder dormirme. Fui consciente de que había contenido la respiración sin darme cuenta e inspiré profundamente. Levanté la cabeza y miré al techo, descansando la nuca en la pared. Uno de los rizos me hizo cosquillas en el hombro, pero no me moví, no era bueno moverse demasiado en momentos así. Intenté pensar en alguna canción para distraerme, sabía que había que cantar cuando se tenía miedo, para que los monstruos o los ladrones te escuchasen y te imaginasen más valiente de lo que eras. Sonreí tímidamente frente a esta idea y me abracé un poco más fuerte. Estábamos haciéndolo bien, sobrevivíamos sorprendentemente, aunque a veces las cosas se torciesen un poco, como ahora, y el dolor entre las costillas volviese a ser literal. Estábamos haciéndolo bien, pero el timbre no sonaba y eso podía obligarme a estar más tiempo allí mirándome a mí misma, conformándome, preguntándome. Mi imaginación había sido siempre mi peor enemiga y, en momentos así, era mejor mantenerla ocupada en el absurdo que dejarla fantasear con encuentros de pesadilla y conversaciones amenazantes, pero tengo una curiosidad voluble que se complace con la pena. No tardé en empezar a tiritar pese al aire tibio de la casa, comencé a sentirme estúpida y pequeña. Volví a tener miedo de todo. Me estaba abandonando a la crueldad absurda mi alma de poeta. Tenía que actuar rápido. Sólo tenía una oportunidad de protegerme. Busqué el teléfono en mi bolso, con una sola mano en expedición de salvamento, y tecleé torpe, casi sin ver nada ya, conquistada por la angustia, “vais a tener que subir a buscarme, porque no puedo salir de aquí”.

desabróchame el miedo
desabróchame el miedo
se me parten las costillas

29/6/09


-Siempre hay que abrazar a las chicas jóvenes en las fotografías.
-¿Y eso por qué?
-Porque están para eso.
-Me parece muy machista.
-A mí me parece romántico.


28/6/09


Caramelo se cerró el abrigo y se cubrió las rodillas con los calcetines largos y azules. La bufanda le quedaba demasiado grande, así que le dio una vuelta más para que no arrastrase por el suelo y se guardó los picos en los bolsillos para refugiar bien calentitas las manos. Se colgó la mochila con torpeza y se encogió bajo su peso de sabiduría memorizable. Un día más, Caramelo sintió deseos de escaparse, pero un día más fue una cobarde.
-Buen día -gritó su madre desde la cocina antes de que se escuchase la puerta cerrarse monótonamente contra las escaleras.

27/6/09


vértigo
me dejé el corazón en la montaña rusa
y no lo encuentro en esta casa.

miré
miré el calendario
partiéndome las costillas.

25/6/09


roto
se me ha roto un cascabel
en el cielo de la boca.

24/6/09


Arrasó sin contemplaciones, con su boca, el camino acostumbrado desde mi clavícula a mi mandíbula de gacela.

-¿Has descubierto ya que nadie te va a querer como yo? -murmuró con sus labios rozando levemente mi oreja.
Asentí ofreciéndole mi cuello de nuevo, consciente de que sólo tenía aquel momento.

-Entonces -insistió-, ¿por qué no vienes ya conmigo? -trató de seducirme acariciándome con su nariz perfecta.
-Porque no quiero morirme todavía -gemí imparcial, sintiendo su frustración contra mi pecho, consciente de que volvería a marcharse, de que volvía a elegir quedarme sola. ¿Qué ocurriría cuando cediese por fin?

23/6/09


prométeme
prométeme sirenas
aunque sepa que no existen
-hoy estoy dispuesta a creérmelo todo-.

22/6/09


pesa ya sobre los hombros
pesa ya sobre los hombros
esta carga de besos.






(perdonadme que no esté pasando por vuestros rinconcitos, pero estoy de viaje de fin de curso con mis alumnos y no doy a basto)

21/6/09

te reparto las mejores cartas
te reparto las mejores cartas
si me dejas hacerte trampas

20/6/09


acantilada
acantilada de versos
desde mi boca hasta tu voz.

19/6/09

cometa
me han volado el corazón
desde que no existes.

18/6/09


Se dejó la postal olvidada sobre el muro de piedra helada, las vidrieras altas parecían señalarla con distintos tonos de luz. Todo fue en vano. Ella pasó, pero no la vio, por mucho que las palabras negras le gritasen desde el silencio.

17/6/09


rescatarte
quiero rescatarte
del cajón de tentaciones.

16/6/09



apunte de un recuerdo
Ella vestía de luto y rabia, el pelo recogido por la angustia, los tacones altos para pisar nostalgias. Tenía el corazón hecho cristales que resonaban cuando andaba. Su boca sabía a licor, carmín y muerte, pero nadie lo sabía.

15/6/09


Mírame, soy la misma chica larguirucha y flaca, todavía tengo las cicatrices de las rodillas y las manos pequeñas. Sigo hablando con el aire cuando me revuelve el pelo y tengo miedo por las tardes.

Mírame, todavía tengo el lunar de la barbilla y las mejillas rojas por todo, mis clavículas se quedaron vacías, pero vuelven a pertenecerme. He vuelto a comerme las uñas y cuando me da calor me recojo el pelo con torpeza. Sigo tropezando con todo –exista o no-. Perfeccioné mi miedo a las alturas, la femme fatale se me quedó un poco en los huesos y compré poesía para curarme las ganas de amar.

Mírame, aprendí a poner lavadoras e hice mis pinitos en la cocina, pero sigo soñando con imposibles, la cotidianidad no es bastante fuerte para acabarme las alas. Invento la vida de la gente que me cruzo, como siempre; sigo amando el mar cuando me acaricia las rodillas y la lluvia continúa limpiándome el alma si me alcanza desprevenida. Ya no doy tantas vueltas en la cama, pero tengo muchas más pesadillas.

Mírame, te presento un lunar nuevo en el centro de mi mano derecha, un arañazo en las costillas y los cardenales repartidos por el recuerdo –mis cuevas deshabitadas-.

Mírame las ganas de gritar, las ganas de venderlo todo y tenderme al sol, como ropa vieja. Mírame que ya no soy de nadie, que ya no tengo cuerdas en el fondo del estómago, que tengo pánico al amor y risas en las ventanas. ¡Mírame falsa princesa, actriz comprometida con la angustia!

Mírame, que estoy solidaria de mí y no me dices nada.

14/6/09


collage
con tus manos y mi piel
de lagarta arrepentida.

a patadas
voy a deconstruirte a patadas
amor deconstruido.

escaleras
decidí pensarlas hacia ninguna parte
me daba miedo a dónde conducían.

ultimátum
llénate los bolsillos de luz
estás en buena tierra.

11/6/09


otra pesadilla
demasiados fascículos ya
para mi corazón a prueba de caricias

10/6/09


no sé con quién soñar
no sé con quién soñar
para hacer el amor
-y me despierto-.

9/6/09


no me apagues la luz
no me apagues la luz
si por fin respiro.


sobrevivirte
sobrevivirte
es sumar martes difíciles.
.
.
me corté las puntas
me corté las puntas de la pena
y sigo triste.

8/6/09


-¿Qué tengo?
-Mayoría de x. ¿Qué te ha salido?
-Que soy una princesa misteriosa. ¿Tú qué tienes?
-Mayoría de y. ¿Cuál me ha tocado?
-¡Eres una falsa princesa!
-Ya decía yo...
-(Risas incontenibles)
-¡Hasta el libro se ha coscado de que soy una niña rana!

7/6/09


quítame el amor
quítame el amor,
quiero estar libre de esas crueldades.
.
.
soy cobarde
prefiero el mentidero
a que me mientan.

5/6/09


en esta casa
en esta casa ya no hace tanto frío
-tengo miedo-.
.
.
tengo
tengo más sueños que espanto,
mi precipicio está de primavera.

4/6/09


Escapo, mientras la noche cae en el pequeño pueblo de costa y piedra, de calles difíciles en estrechuras hacia los acantilados. La oscuridad de pronto lo inunda todo, se escuchan mis pasos por una cornisa delgada sobre las olas rugiendo contra las rocas. Levanto la vista al mar negro y una isla se recorta de montaña, con construcciones como linternas titilando en un tenue amarillo que salpica las ondas distantes del horizonte. En la distancia un arco gótico se eleva al cielo, los pilares hundidos en el agua oscura, como tiniebla esquelética de elegancia frente a una luna llena gris que ensombrece el mundo. Y comienzan a cruzarse entre mis pies las sombras de columpios volando, girando, sobre mi cabeza, cegándome antes de entrar al túnel estrecho donde no sé lo que me espera.

3/6/09


no lo sabes todo
no lo sabes todo
de mis manos.


escafandra
vas a necesitar una escafandra
para asaltar mi corazón chico.

2/6/09



-¿Has escrito sobre nosotros? -me sobresaltó la voz de Peter desde la ventana. Recogí rápidamente la casaca escarlata y la dejé junto al costurero debajo de la silla.
-No he tenido mucho tiempo -le dije tratando de sonreír con inocencia. Peter me miró con ojos curiosos y después contempló la habitación.
-Has cambiado los muebles de sitio -señaló reparando en las estanterías cargadas de libros.
Atravesó volando el cuarto y se posó con elegancia a mi lado. Volvía a tener ese gesto de fingida inocencia, empecé a ponerme nerviosa-. ¿Por qué?

¿Qué iba a responderle? ¿Que seguía creciendo? ¿Que aquello no pararía, que llegaría el día en que al mirarme él no supiese quién era ya?

-Me apetecía dar un aire nuevo a las cosas -respondí intentando sonar convincente.
-A mí me gustaban como estaban...

Peter deambuló por la habitación sin levantar el vuelo, acarició con sus manos pequeñas los estantes plagados de novelas, su rostro dulce se iba ensombreciendo conforme descubría más y más cambios. Tropezó sus dedos dulces con un joyero pequeño.

-No lo abras, Peter -rogué sin saber si impedírselo, clavada en el suelo junto a la silla, tapando el costurero con mi falda.

Supongo que era la señal que él esperaba. Mordiéndose el labio, el niño inmortal giró la llave diminuta y se contempló vencido en el espejo del interior de la caja. Acarició con manos temblorosas mis pequeños tesoros. Esperaba que se volviese hacia mí, indignado, con los ojos cargados de reproches y la espada en alto, considerándome otra vez el enemigo; pero cerró la cajita y se dejó caer sobre la alfombra, hecho un ovillo, sollozando. No pude evitar acercarme y arroparlo en un abrazo acostumbrado.

-¡Cóseme otra vez la sombra, Wendy, tengo tanto miedo! -lloró desconsolado, como si mis brazos solo fuesen otro desierto más, un vacío de piratas.
-Ya no puedo, Peter -murmuré sin sentirme culpable, arrullándolo contra mi pecho.




1/6/09



jaula de grillos
tengo una jaula de grillos
en el centro de la luz
-hoy no paran de reírse-.


leerme
leerme es comer mi abismo
sin tildes -ni amor-.
.
.
aviso a navegantes
aviso a navegantes:
tengo alma de sirena
y boca de niña.
.
.
receta
tiende lavadoras
como quien no siente pena.
.
.
malabarista
nací malabarista y bufón
de cuentos y besos.
:
:
cambiando muebles
me acuesto cambiando muebles,
no sé lo que me pasa.

Los pendientes de Cereza
(cuento inconcluso)


Triana tenía los ojos marrones poblados de mariposas que aleteaban nerviosas cuando quería algo. Y ese día lo que Triana quería era estar perfecta para su fiesta del colegio.

Llevaba toda la tarde dando vueltas de su habitación al salón probando complementos.

-¿Qué zapatos me pongo?-preguntó nerviosa luciendo sus zapatillas blancas de deporte.

-¡Esas! -premió Juan con cara de convencimiento.

Juan es el padre de Triana, pero además es un bromista por convencimiento, aunque esta vez no bromeaba. Juan pensaba que aquellas zapatillas eran lo más práctico para la fiesta del colegio.

Lo que Juan no sabía era que Triana no quería estar "práctica", sino preciosa. Rocío sí había contado con este detalle y había elegido para Triana una camiseta con dibujos malvas que se alegraban con su pelo castaño de cortina de sueños.

-No me gustan -se quejó Triana apretando los labios y recordándonos los zapatos.

Todos intentamos convencerla de que, llevase lo que llevase, iba a estar perfecta. Supongo que si su hermano Luis hubiese estado allí, se habría puesto de acuerdo con nosotros, pero como no estaba, era un apoyo menos para nuestro equipo pro-zapatillas.

Finalmente Triana se dejó convencer, pero lucía vencida atrapada en el sofá, con el ceño triste y las manos enredadas en un hilo.

-¿No te pones nada en el pelo? -le pregunté tratando de ganarme su sonrisa.

-Es que yo no sé hacer coletas... -confesó Juan y mamá no estaba en casa.

-Voy a hacerte un peinado de Julieta -le dije a Triana recordando mi infancia.

Le aparté el pelo de la cara con dos pinzas pequeñas y nos miramos pensativas. Allí faltaba algo, suponía. No había compensado todavía los zapatos.

A veces se me ocurren ideas estúpidas que pueden no funcionar, pero Triana sueña un poco a mi manera.

-¡Ven! -la animé guiándola a la cocina.

Triana me miraba con ojos curiosos y desconfiados. Abrí el frigorífico y busqué la fuente de barro.

-Vamos a ponernos pendientes -confesé tomando dos cerezas enlazadas del cuenco y le coroné las orejas de besos rojos-. Vas a ser la más guapa de la fiesta -murmuré buscando su complicidad en una risa mientras me ponía yo también zarcillos de cerezas.