3/4/17

en abril
yo empecé a soñar contigo,
a decirme
si acaso tu existencia,
como ente concreto
-humanamente hablando-,
podía prorrumpir en mi universo
y si eso haría
que los planetas se alinearan
y llegase el fin del mundo
-aunque he de confesar
que confiaba
en que supusiese su principio-.
en abril, digo,
yo empecé a hacerte un hueco
ya en mi casa
-en la imaginación lo llenabas todo-
y, sin saber tu talla de camisa,
reorganicé mi armario,
compré sábanas,
resucité viejos retratos.
yo sabía que del sueño
a la verdad
sólo había un acto:
el sencillo parpadeo,
el verte
por primera vez,
y que me vieras.