30/10/08


No sabía querer sin darlo todo y se quedó sin nada. Nadie lo supo querer como él quería. Fueron cuatro zapatazos, una puerta en las narices y agujeros en los bolsillos. Después sólo penas y deudas. Hipotecado hasta en el alma. Cuando yo lo conocí, cruzaba las calles sin mirar y no se ataba los cordones, por si acaso. Era un frasco vacío rondando los rincones en busca de amor, para llenarse.

29/10/08


Hace ya frío de invierno
en esta casa
tengo el alma
y los pies helados.

28/10/08


Estaba escribiendo en la pizarra un esquema sobre los adjetivos. No me gusta nada dar clases de morfología, siempre corro más en esos temas para poder llegar antes a la literatura (que viene justo después). Estaba desglosando los grados del adjetivo en tercero de la eso cuando Rafa me ha dicho: "Maestra, que no veo".
-Si fuese hija de un cristalero... -le he contestado y he seguido escribiendo mientras escuchaba sus murmullos.
En tercero hay tres alumnos que siempre se están quedando conmigo, uno de ellos es un sinvergüenza absoluto que no para de guiñarme el ojo mientras escribo. Los escuchaba parloteando mientras copiaban. Pero Rafa continuaba callado, lo intuía pensando a mi espalda.
-Serías toda de cristal... -ha señalado-, y veríamos a través de ti, y te veríamos por dentro.
He sonreído. Si fuera toda de cristal, pensaba, aún sería más fácil romperme.

(Menos mal que sólo tengo el corazón de cristal)

27/10/08


Desnúdame
que ya no me conozca
de verme tan nueva
tan como era.

23/10/08


Te despiertas a la una y media de la madrugada y escuchas gemir al vecino mientras condenas tu santa paciencia e intentas volver a conciliar el sueño. Luego, un poco más tarde, te levantas con sed de venganza y tiras de la cadena, así, haciendo ruido, como si pudieses despertar al mundo, y vuelves a la cama. A la cama enorme, fría, sola, que tiene ganas de dar envidias.

16/10/08


vacío de alambre
hambriento de nostalgias
devorador, desolador
vacío de alambre
de miedo
de silencio
(y de gritos)

1/10/08




Tengo todas las tazas sucias, esperando con paciencia, pero ayer fue el primer mal día y el café llevó a la tila y la tila al sueño -gracias a Dios-. A veces se me olvida quién soy y quién he sido y me dan una bofetada de cariño para recordarme que no todo el mundo me puede querer, como yo quiero. Las llamadas de teléfono, las conversaciones tardías y tranquilizantes de chica ya sabes que esto te pasa siempre, consiguieron traerme otra vez aquí, de donde yo soy, a donde yo era. En realidad no sé qué hago mal, ayer me levanté con ganas de un abrazo y me gané alguna carcajada y el frío. Me acostó la ducha -como lluvia en el teatro- de jabón y sal -arrullándome tranquila, tranquila, todo está bien, pequeña mía-.