29/11/07




Cada vez asumo más que me está negada la trascendencia, todos los meses se me recuerda de forma brutal mi unidad básica y cruel con la tierra.




Atada de pies y manos, con dolor de cabeza.

27/11/07


terrenal... sólo puedo cantar en la ducha:


corazón de barro y timidez
a fuego lento deseándome
perdida entre las páginas en blanco, amor
escucho la mirada de otro amanecer
desnudo tras las sombras de mi propia desnudez
corazón de barro y timidez
esperando puertas para concederme
el último suspiro
el último respiro...
tengo la esperanza de arrasar tu piel,
corazón de barro y timidez.



22/11/07


Había una vez un niño-hombre soñando la orilla del mar, no a la orilla del mar, no, soñando la orilla del mar. Nada más despertarse soñaba la orilla del mar, después de ducharse soñaba la orilla del mar, durante el almuerzo soñaba la orilla del mar, y así contínuamente hasta quedar agotado de mirar el horizonte. El niño-hombre estaba muy preocupado porque en su orilla del mar no rompían olas, ¿y qué era una orilla del mar sin olas? Así que dejó todo e inició una búsqueda ciega de las olas de su orilla, recorrió todas las costas conocidas y desconocidas y nunca lograba encontrar entre aquellos peñascos bañados de sal la orilla que no dejaba de soñar. Hay que decir que hubo una vez que el niño-hombre se cansó de buscar y estuvo a punto de abandonar, pero entonces un poquito de mar le besó el dedo gordo del pie y recobró las fuerzas para seguir caminando. Pronto comenzó a darse cuenta de que en las orillas del mundo había conchitas marinas y caracolas, desde ese momento, en los pueblos, lo conocían como el niño-hombre de la red de tesoros, porque llevaba siempre a la espalda una redecita llena de los pequeños milagros que iba encontrando por las orillas. Sin darse cuenta, el niño-hombre, había dejado de obsesionarse con la orilla de su mar y había comenzado a disfrutar de cada uno de sus viajes con los pies llenos de arena. El niño-hombre era feliz y, sentado bajo el atardecer, sintió una ola gigante y extraña que lo arrasaba por dentro llenándolo todo de sal y de besos. No supo jamás si aquella era la ola que había estado buscando de la orilla de su mar, pero se sintió complacido.




(yo te escribo un cuento, luar)

20/11/07

cuento que le llevé a Lucía de regalo


Había una vez una princesa muy guapa y con una larga melena negra que siempre llevaba recogida en una trenza. "Hay que ver esta niña", decía su madre la reina, "como no te sueltes el pelo no vas a encontrar jamás marido". Lo que no sabía la reina es que la princesa no tenía ninguna intención de esperar a que todos los príncipes de los reinos vecinos quisiesen casarse con ella. De hecho ya había demostrado su habilidad para sacarse un moco en presencia de uno de los príncipes que había acudido al castillo a pedirle la mano. De todas formas pocos príncipes se iban con ganas de casarse con ella, era innegable la belleza de la princesa, pero todos sentían que la princesa era más valiente, más lista y más atrevida que ninguno de ellos. Y como buenos cobardicas no querían tener una mujer de la que se dijese que era mejor que ellos en todo.

Un día, aprovechando que su padre estaba reunido con sus consejeros, la princesa cogió su caballo y salió a cabalgar, porque deseaba sentir la fuerza del viento en su cara. Cuando se acercaba al bosque escuchó un fiero rugido y pensó que debía de ser el grito de triunfo de aquel dragón que había estado molestando a los campesinos de su reino. Muy dispuesta, la princesa ató su caballo en un árbol y, con la espada en la mano, se adentró en el bosque por si aquel malvado dragón había capturado a algún inocente.

Primero vio al dragón entre los árboles y pensó que era enorme. Después, al acercarse, encontró un problema bastante más importante: el dragón tenía unas alas tan grandes como tres casas con piscina y si intentaba atacarlo seguro que echaría a volar y la asaría como a un pollo de feria con el fuego de sus fauces. Así que la princesa echó mano de su capacidad para solucionar problemas y volvió a la carrera hasta su caballo. ¿Pensáis que iba en busca de más ayuda? ¡No! La princesa iba corriendo a por su larga cuerda, cuerda con la que pretendía atar las alas del dragón.

De vuelta en el bosque la princesa decidió que desde lo alto de un árbol le sería mucho más fácil atar las alas del dragón y con la cuerda colgada del hombro, trepó y trepó hasta los dominios de los pájaros perezosos. Desde la copa del árbol y con un sigilo propio de un ratoncillo, la princesa fue atando poco a poco las alas del dragón haciendo uso de su maña y tino, con la suerte de que en un periquete había terminado.

Jamás se ha visto un dragón tan mosqueado como aquel cuando descubrió que no podía abrir las alas. A decir verdad, este dragón era un poco hipocondríaco y en primer lugar pensó que tenía algún tipo de pinzamiento o algo mucho peor. Así que la princesa aprovechó sus cavilaciones para saltar sobre su cabeza y encaramarse con sus piernas al cuello de fiera. Esta vez los rugidos sí que eran terribles. Pero la princesa acabó pronto con ellos, levantó su espada alzándola con las doz manos y ¡zas! Punto y final.

El pobre dragón hipocondríaco del que evitamos compadecernos cayó cuan largo era y quedó con los ojos cerrados como un bendito. La princesa descubrió su tripa llena de monedas, pero además, el cuerpo de un muchacho tendido en el suelo junto a una de sus patas. Nuestra protagonista corrió a ver si aquel desgraciado estaba muerto y al darse cuenta de que estaba vivo le dio un poquito con el pie para despertarlo y después dos buenas bofetadas porque no reaccionaba.

"¡En guardia!", gritó el muchacho haciendo que la princesa se sentase de culo de la risa. Después de disfrutar un poco de la cara de asombro del muchacho, la princesa le relató lo que había pasado. "Eres la persona más valiente que he conocido", afirmó sinceramente el muchacho quitándose su medio sombrero medio gorro. Después la princesa le mostró el vientre lleno de monedas del dragón y entre los dos decidieron llevar todo ese dinero a los campesinos que habían sufrido a manos del dragón para que reparasen sus campos y casas.

Cuando la princesa volvió a casa por la noche, llena de barro, despeinada y desconocible, el rey se levantó de un salto gritando "¡La han asaltado, dios mío, la han asaltado!". Pero cuando la princesa le contó la verdad sobre lo ocurrido, el pobre monarca se desmayó sobre su trono el muy blandengue. La reina, sin embargo, mandó llamar a algunos hombres de la guardia y les ordenó comprobar si la historia que contaba su hija era verdad. Cuando todos en el reino supieron lo ocurrido y se demostró la veracidad de los sucesos, los reyes proclamaron unas fiestas que duraron tres días.

El último día de la fiesta el rey llamó a su hija junto al trono y le dijo que alguien más había ido a pedir su mano. La princesa suspiró enfadada y esperó al nuevo pretendiente. Su sorpresa fue enorme al descubrir que se presentaba en el salón real el muchacho al que había rescatado del dragón. "¡Si sabéis que es un panadero! ¿Vais a dejarme casarme con él?", preguntó la princesa entre sorprendida y emocionada. "Será un panadero, pero es el único que ha venido a este reino que no se asusta de tu valentía que acepta que serás mejor que él todos los días", respondió el rey. "Así que le concedo tu mano".

"Alto, alto", se quejó la princesa en un arrebato feminista, "me casaré si quiero".

14/11/07


Mejor agarro bien los pájaros y los ato con cariño... me siento en una nube y canto canciones tontas que me llenan el estómago de nervios... chin, chin!!!

12/11/07




Tengo demasiados pájaros en la cabeza,
quiero una escopeta
y la sangre fría suficiente
para sacrificar unos cuantos.

9/11/07


Discurso a la argentina de un sabio en mi cabeza mientras espero a la inspiración haciendo el tonto:


¿Acaso pensaste en lo que los demás dirían si te vieran así? ¿Acaso caíste en la torpe cuenta de pensar que el amor era para siempre? ¿Acaso creíste en las hadas? Me temo que no entendiste la verdad sobre la vida, me temo que interpretaste los signos de manera confusa, que mezclaste lo elemental con lo insuficiente y te conformaste con un sueño tildado a menos. ¿Creíste de verdad que existía lo eterno? Falacias, sólo falacias y trocitos de papel oliendo a besos. Tenés que hacer caso al consejo del sabio, miráme, soñadora, nada existe fantasías.

7/11/07


Juegos de biblioteca con un descubrimiento:


Lo nuestro comenzó in extrema res,
por eso, cuando tú me adivinaste,
yo te tenía más que visto
y el final sonaba ya manido.


Que apatía da no tener más que folios blancos que llenar de letras grises. Quiero una casa desierta, un escritorio y un ser misteriso que me llene la nevera y me compre vestidos (jajajaja). Aburrida de soñar desde el sillón azul frente a la mesa de pino. ¿Quién le vendió todo mi tiempo a los hombres grises?

3/11/07



Tengo las manos frías como garras.
(y al decirlo me parecen las garras
calientes de abrir en las profundidades
rojas buscándote).