siempre he imaginado la tristeza
como un borrón lleno de aristas
que va de mí hasta mí
queriendo ocuparlo todo.
y esa mancha, hace cosas absurdas
con mi cuerpo:
lloro corrigiendo en clase los acentos
juego
al veo veo con un niño
que no quiere estudiar y pongo
mi ternura entre sus manos.
ese borrón palpita y pincha
poniéndome a dieta,
susurrándome en sueños,
haciéndome sentir a la vez grande
y pequeña.
yo la hago girar, a esa tristeza,
pongo el pan en su plato,
acaricio las palabras que me trae
hasta que se me quedan pegadas en las manos.
respira y suelta, me dices, pero
el trabajo es distinto.
debo descoser todo lo que me he bordado.
23/10/20
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