16/5/10

-¿Por qué está usted otra vez aquí? -preguntó con voz cansada-. Le he dicho ya mil veces que no llame a esta puerta, que aún no es la hora.
-Lo siento... pensé que mi reloj se había parado, sólo quería com...
-Pues no se ha parado, marcha bien -respondió interrumpiéndome con seriedad-, y no sé preocupe, de verdad, será usted la primera en enterarse cuando llegue el momento... -continuó con paciencia y un deje de tristeza.
-Ya no volveré a hacerlo.
-Siempre dice usted lo mismo.
-Es que siempre miento...
Después la puerta se cerró y se apagaron las luces. Escuché el ruido de los pasos perdiéndose en el corredor interminable y me senté en el escalón debajo de la noche. "Aguanto cinco minutos más y me largo", me autoconvencía mirando una y otra vez el reloj. "A menos cuarto me voy", y después, más tarde, pasaba a un "a las y cuarto ya no espero más".
Eran las cuatro de la madrugada cuando una sombra se acercó silente:
-¿Qué hace usted ahí, señorita? -inquirió una mujer llena de años.
-Esperando a que me abran -respondí señalando levemente hacia la puerta a mi espalda.
-¡Pero, tesoro, ahí no vive nadie, qué tontería! -se sorprendió la mujer frunciendo el ceño con preocupación-. No es cosa para niñas jugar con los fantasmas -me dijo tendiéndome una mano.
Pero la rechacé. Pensé que estaba loca. Miré otra vez el reloj. Seguí esperando. Amanecía cuando comenzó a llover y se rieron los gatos. A mí ni siquiera me importaba.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no es la hora..no es la hora.
Un beso

Matthew dijo...

Joder.. Me encanta..
Hasta que hora espera?...
Repito, me encanta, transmite..

Sigue así

DANI dijo...

Menudo texto!!! me he sentido pequeño y abandonado.

Besos preciosos