5/11/24

leí a salinas
por primera vez
en una edición de periódico
amputada y probre
con papel reciclado
y veinte o treinta poemas. 
tenía dicisiete años y él
estaba muerto, pero me amaba 
como el chico de clase
como el chico del chat
como el amigo callado
de mi infancia al que nunca recordé. 
me amaba
y por sus versos 
andaba yo de puntillas
sobre tacones de estrellas:
otra y la misma
capaz de descifrar -sin la maestra-
el sentido absoluto 
del poema. fue
un triunfo atávico, de pertenencia,
un salir de la caverna, un effetá.
dejé que la poesía me mirara. 
me hice poeta. 

4/11/24

lunes, seis de la mañana
con el verbo, curto la luz;
instauro la aurora,
alejo las sombras de mis pies,
aparto el mar ignoto y negro
-la desesperanza- y elijo
remar en voz baja. 
mi hija trepa a mi boca,
me pide: canta. 

2/11/24

hay que volver a la normalidad
es alarido la memoria
del barro, queda 
prohibida la herida, la muerte,
la pala, la sed. 
ha dejado de llover;
siguen sin cantar los pájaros.