varada entre dos barcos durmientes,
enciendo el día y su labor poquito a poco,
desenredándome los sueños, las ideas.
un instante del alba me pertenece
solo a mí, poseo con abaricia mi territorio,
me estiro, me regodeo, me baño en él.
después abrís los ojos, dais un bostezo,
me coronáis con un nombre y la luz
se hace en la casa, de fiesta y bienvenida.
ya no soy solo yo, ni mía; soy, también, vuestra.
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