y hemos reducido la rutina
a la claridad leve que irrumpe hasta la cama.
entrelazamos los dedos, somnolientos.
me agarro a ti, hombre de bien,
sintiéndome también
una mujer buena.
dormitamos, enredados de pies y manos,
contándonos los sueños en voz baja,
transparente, haciendo estos minutos
florecerse, madurar, caer del árbol tierno
del día que tenemos por delante.
es el plural que amanece,
bosteza y nos eleva.
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