y ahora
no sabemos qué más hacer
con él.
removemos la cucharilla del café,
hacemos listas, ponemos
lavadoras, incluso
cambiamos las fundas del sofá
como si también
hubiésemos inventado
el cambio de estación.
¿qué hacemos?
¿qué hacemos con él,
si puede acabarnos?
¿atarlo con un nombre?
acariciamos su lomo tibio,
extraños poseedores del todo,
sonreímos.
quizá no sea para tanto,
dices
y te creo.
y te creo.
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