14/4/09


Luz se levanta más temprano que de costumbre, suele ir con la hora justa a todos sitios, pero a mitad de la pesadilla decidió cambiar la hora del despertador y besar la madrugada. Sube la persiana en silencio y abre la ventana de par en par para ventilar su dormitorio, después corre a la ducha descalza por el piso, sintiendo frío y miedo, sintiendo nada.
Luz en el espejo es una mancha borrosa que no se comprende, pero se abraza en la toalla con ternura de madre y se seca mecida por el abandono. Toma la ropa de la silla de ayer y se calza el abrigo más grueso que tiene y un buen café en taza de cerámica con fotografía de amantes en blanco y negro.
Luz abre la puerta sin hacer ruido para no despertar a los vecinos y sostiene el café en una mano que se queja del calor, sube las escaleras hasta la terraza y recibe la noche clara con espíritu de pobre diablo. Hay una muralla de tendederos y ladrillos hasta llegar al tejado, pero recuerda sus años de árboles y piedras, y trepa.
Luz es un gato entre las tejas marrones, acunada de abrigo y olor a café, recibiendo el amanecer con manos temblorosas y lágrimas suicidas. Es, en un instante, una clave de sol acorralada por un rayo que calienta nada más que su mirada. Es, al fin y al cabo, solo Luz, testigo muda de un milagro, desde lo más alto que puede llegar con el ruido de cristales rotos dentro del pecho.

1 comentario:

Luar dijo...

El sol tb calienta tu mirada...y la casa queda menos fria!

Beijinhos