
La vida resuelta a los 23 años suena a película de terror de serie B.
He aprobado las oposiciones y he conseguido plaza.
Seré profesora de Lengua y Literatura en septiembre.
Hasta hace un año septiembre era mi mes preferido porque el 24 es mi cumpleaños.
Mi último cumpleaños lo pasé tendida en la cama, llorando, abrazando al hombre sencillo porque me habían roto el corazón.
Los corazones rotos, cuando pasa el tiempo, son algo así como un eco que no queremos escuchar.
Las olas del mar rugen como leones mansos, reverberándo en el espacio de la conciencia.
Debajo del agua el tiempo no existe.
Yo no existo.
Acaricio con los pies la trascendencia.