le acaricié las fauces al león,
sacrifiqué mi vuelo por héroes olvidados,
bebí las lilas amarillas de la muerte,
dancé encendida en la cresta del mar
y desnudé mis manos contra las hespérides.
por amarte no comí la manzana,
elegí el beso y una rutina de luz.
poco a poco vuelven a crecerme alas.
19/2/19
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1 comentario:
Aquellas alas que nunca,
jamás,
debí dejarme arrancar...
Saludos,
J.
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