escribo tus poemas en el coche,
conduciendo, repitiendo
una y otra vez las tres palabras
que conjugo
no sé cómo, no sé muy bien
por qué, para darte
a mi llegada,
cuando abres la puerta y el
olor a comida recién hecha
me reclama de tal forma
que olvido
los versos que tenía,
las anécdotas que traía
preparadas para ti.
el hambre vence a la poesía.
16/2/15
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1 comentario:
Claro que existen hambres y Hambres...
Suerte
J.
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