28/8/14


te recuerdo blanca
sobre la arena negra,
con los dedos manchados
de piedras brillantes y pequeñas,
lamidas por el mar,
como tus piernas,
confiando ciegamente
en la intensidad pura de la belleza,
que sólo duraría
hasta el cambio de marea o
hasta que llevásemos
al hotel del centro
las piedras favorecidas
y colgásemos de las lámparas
los bañadores y se volviesen
ásperas y rudas tus conquistas,
privadas de la sal y tristes
en el lavabo bajo la luz eléctrica
de aquel verano de agosto
en que te leía novelas
en la siesta y tú dibujabas
perfiles de mi nariz o cartas
para el servicio de habitaciones
que hacía nuestras camas

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