22/4/12

latentes, se desataron las palabras y yo,
que nunca fui veneno, emponzoñé ríos
con mis verbos, con mis conjunciones,
con el uso inapropiado de la cortesía
al modo ruso y del francés, sin traducirme.
por eso aparecí al final del cuento
cantando "no estoy desnuda, lo soy"
como si mi sinceridad fuese bandera suficiente
para justificar cada una de mis faltas.

1 comentario:

José A. García dijo...

El gran problema de la sinceridad, que si se da sin que la pidan, no tiene valor alguno.

Saludos

J.