25/2/12

 -Porque prefiero morir que tener miedo a la muerte -dijo.
Yo me quedé observándolo. Estaba tumbado boca arriba, con medio cuerpo fuera de las mantas. Hablábamos en voz muy baja y hacía rato que yo me había sentado en la cama para verlo mejor en la semioscuridad.
 -¿Y prefieres vivir a tener miedo a la vida? -pregunté utilizando su extraño razonamiento.
 -Tú no lo entiendes -me dijo incorporándose lo suficiente para tirar de mí-. Tu no tienes miedo a nada.
 -Sí, sí tengo miedo a cosas... -intenté corregirlo, mirándolo desde muy cerca, pero se rió como un lobo.
 -¿A los fantasmas y a los ruidos? -bromeó enterrando su boca en mi cuello.
 -A tus pensamientos extraños -confesé y él me apartó un poco irritado.
Acarició mi frente retirando los rizos que me caían sobre los ojos y dejó su mano ahí, como un torpe pasador sobre mi oreja.
 -¿De dónde has salido tú? -inquirió como si yo no fuese capaz de escucharlo.
 -De tu cabeza -bostecé removiéndome para que me soltara y aferrándome a su pecho con un bostezo-. Creo que he salido de tu cabeza -repetí.

4 comentarios:

DANI dijo...

Lobo??

:)


Besazos enormes

cuadernodebitacora dijo...

Alucinación hipnopómpica

José A. García dijo...

Y una vez afuera, ya no vale el esfuerzo regresar.

Saludos

J.

Vagamundo dijo...

Es dura la vida de un parto de fantasías ajenas. Enajena.
Es de conciencia, sin embargo, que no siempre nos idealizan: simplemente nos miran de lado.