19/12/11

más días que referencias

aunque nací libre, aprendo a ser domesticada y aguardo, todas las tardes en la esquina del mundo donde me esperarías. siempre me voy poniendo nerviosa antes y miro a ambos lados de la calle o me hago la desprevenida o preparo pancartas y tartas, caricias o frases perfectas para que descubras rápidamente que trato de parecerte una buena chica. y cuando llegas, incendio el firmamento y no medito el cuerpo que te doy  o cuido tanto las cosas que te digo. y cuando no llegas, porque prefieres tu cueva, miro al mundo con desconsuelo como una rosa caprichosa en un planeta pequeño o un rey tirano sin súbditos a los que mandarles algo: y enciendo y apago el mismo candil por si dejan de importarte los doce segundos de oscuridad y te haces de día conmigo. 

aunque naciste libre, aprendes a ser domesticado y aguardas a que deje de cazar en alfabetos dormidos en el agua las palabras que no dices con palabras, tú que no te cansas de mirarme. y observas cómo compongo y descompongo el universo, casi con condescendencia, porque quiero probarte a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, porque sólo quiero tu guitarra y vos. y llenas con tu ritmo cada día, haciéndonos acordes, nos compones mientras colecciono tus defectos y manías endulzándolos en mi cocina -del mismo modo que pongo sal en tus virtudes, porque cuando tú me elegiste salí del gran anónimo y me hice personaje principal.

aunque nací-naciste libre, aprendemos a ser domesticados como perro guardián, como leones chicos, como pulgas de un circo ridículo, como el zorro del cuento que siempre regalas. aunque a veces sintamos aviones enemigos a las menos diez o la soledad me salga rana o me sienta un ejemplo de subliteratura, me gusta cuando dices tonterías, cuando quepo en tu lado de la cama o alabas mis textos o recetas.

sí, aprendemos.

sincronizamos nuestros relojes con el paso del tiempo, entrelazamos nuestros dedos como si fuese nuestra responsabilidad hacer girar el mundo después del cataclismo, y yo, que hace un año me reía de ti y tu confianza, desnudo en tus manos mi casa de luz y mi futuro, como si el amor fuese el motivo del viaje y sión tu boca o nuestro puerto prometido. 

4 comentarios:

José A. García dijo...

Aprendemos, y perdemos lo que nunca seremos a fuerza de repetición, represión y rutina, las 3 malditas erres.

Saludos

J.

.A dijo...

en la esquina del mundo donde me esperarias..
que bonita frase :)
un abrazo

Irene dijo...

Me gustan estas influencias que El Principito causa sobre ti.
Y sobre mí.
Vale, me encanta El Principito..

Blue dijo...

Simplemente MARAVILLOSO