14/11/11

tú, que me quieres bien

defiendes que siempre como con la boca cerrada
y que mi pelo no se enreda y, si lo hace, parezco,
desnuda, recién salida de la selva
afirmas que no soy demasiado alta, que soy atlética,
que mi talle de junco te recuerda
aquel viaje de tu infancia contra el río
mis lunares mal dispuestos
te resultan agradablemente cómicos
y mi manía de llegar siempre con la hora justa
sueles perdonarla por mi ingenuo amor al riesgo
cuando rujo, te seduzco; cuando quiero pelear,
demuestro fortaleza;
si llevo la ropa mal planchada
es que priorizo con creatividad mi tiempo
o te he dado la guerra en el sofá.
no tengo anchas las caderas, son de la talla de tus manos
y mi gusto por el vino es una manía con carisma
de mi amor por la literatura,
no leo demasiado, ni hablo
demasiado, ni duermo demasiado,
soy el término medio perfecto.
argumentas mi pereza como marca de ternura
o nombras a mis miedos como a niños malcriados
fáciles de consentir
y si digo que me ofendes al mirarme
subjetivamente idiota, tú, que me quieres bien,
afirmas con dureza que no entiendo
la distancia entre real y verosímil. 

3 comentarios:

Nada más importa dijo...

Impresionante!

Que belleza de escrito.
Sin quererlo, me emocionaste
Me movilizaste demasiadas cosas...

Laura Drop R. dijo...

Con este texto me has dejado completamente sin palabras. Es maravilloso :)

El Poeta Maldito dijo...

Hay gente afortunada en esta vida. Solo espero que sepa disfrutarlo.