15/9/11

Juré que no lo había inventado, que no mentía, que era cierto. Lo juré con la boca y con las manos, lo juré con los ojos, con cada célula de mi piel. Juré como juran los niños convencidos de su inocencia y como juran los viejos por los recuerdos que comienzan a perder. Incluso recité su nombre sin olvidar ninguna de las letras. Ellos se reían complacidos, dispuestos a perdonarme por mi efusividad. Como si tuviesen pena de mí.
Y aquello me hacía sentirme empapada, su compasión me calaba la ropa y la piel bajo la tormenta. Porque no hacía frío, tiritaba. 
 -Lo prometo -insistí rendida-, existe. 
 -Ya, ya, ya, niña. 

5 comentarios:

DANI dijo...

Porque nadie cree a los niños??? mi hija me cree cuando le digo que las hadas existen y que sólo se pueden ver en sueños porque de día se convierten en polvo solar.

Porque??? yo me creo a mi hija...

Besazos

Eli dijo...

Mientras un crea que es verdad; lo es


un beso

FacuZ dijo...

que importa lo que digan?

Mientras vos te creas.


Un beso,
Facu.

Nada más importa dijo...

Me encantó el texto, me dejó una linda sensación de ternura.
Pude imaginar la escena quizás, como todo sería y sonreí al hacerlo.

Me gustó mucho!
Te sigo!

Un beso enorme!

candela dijo...

La verdad es relativa, siempre!

Besos