9/7/10

Ana se contempló en el espejo con aquel atuendo que jamás habría imaginado vestir. Repasó los minúsculos pantalones rosa palo y la blusita blanca que se ceñía a su cintura con fingida inocencia. Al final había decidido recoger sus rizos negros para dejar al descubierto su cuello, se preguntó si debía abrir un botón más de la camisa para dibujar otra perspectiva del escote y decidió desabrochar la pequeña perla privilegiada para comprobarlo. Por un segundo, al retirar sus manos y dejar al desnudo aquel instante de piel en semitransparencia, Ana se sintió una venus desaprovechada. Por eso se sonrió con urgencia y apartó aquel pensamiento de su imaginación con un guiño. ¿Qué importaba si las chicas la esperaban con un brindis preparado para despedir el último año en la facultad? ¿Qué importaba?

1 comentario:

DANI dijo...

Al carajo!!! Viva el escote ja ja ja

Besos de vértigo