24/5/10

Al pasar por el estanco de Ricardo, hoy lleno de gente, descubrió que la guitarra ocultaba otros ojos, negros, que no eran los suyos. Volvió la vista a su camino, pero la curiosidad fue más fuerte. Tras el cristal, Ricardo despachaba a unos clientes, y él -su hermano, su sobrino, quién lo sabe- la miraba de tal modo que, si no hubiese sido por el teléfono, habría entrado a comprar tabaco por primera vez en su vida.

2 comentarios:

DANI dijo...

Hoy no suenan acordes ni punteos tras el cristal??

Besos sonoros

Estoicolgado dijo...

no hubiera sido mejor cambiar un politono cualquiera por la música de esos ojos? ^^
[gracias]