-Deja de leer eso -me sorprende irrumpiendo en el salón oscuro. He debido de despertarlo. Cierro el cuaderno con prisa, pero es demasiado tarde-. Vamos, dámelo.
-¿Por qué? -me quejo abrazándolo contra mi pecho. Se frota los ojos y me tiende la mano repitiendo, mudo, su orden-. Me gusta leerlo.
-Te estás volviendo gris -señala insistiendo en su gesto-. Dámelo, vuelve conmigo a la cama, esa ya no eres tú.
5 comentarios:
Me estoy volviendo gris, sí.
Menudo chasco A.
Besos tristes
alguien me dijo hace un par de días que me veía gris. Pero yo me sentía de colores... ahora quizá sí me esté agrisando.
O igual hace falta un oculista...
Canciones, cuadernos... nos vuelven grises, pero a veces necesitamos esas tonalidades grises, no podemos dividirnos entre blancos y negros
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