25/3/10

Habíamos quedado en el sitio de siempre porque no nos apetecía complicarnos demasiado. Hacía días que notaba que Matías estaba diferente conmigo. Algo en él me indicaba que de alguna manera los dos habíamos cambiado. Quizá su forma de mirarme. Incluso su forma de no mirarme. No lo sé. Lo importante es que estaba decidida a descubrirlo. Nunca he sido una persona con paciencia. De hecho siempre me digo: "Lucía, no tienes paciencia". Es una de esas grandes verdades de mi vida.
Matías siempre llega tarde. Bueno, siempre llegaba tarde, pero ese día no. Ese día me esperaba en la puerta de la cafetería con su abrigo gris y el jersey rojo que enciende mis dudas. Matías era guapo, vaya, es guapo. Matías es realmente guapo. Creo que nadie entiende que ande con una mosquita muerta como yo, pero he aprendido a acostumbrarme. Sé que le gusto así, quiero decir, como amigos, sé que le gusto así. La cosa es que yo me gusto así. Al final lo que uno piensa de sí mismo es lo único importante. Uno vale lo que vale. Matías de rojo vale millones. De rojo y sonriente se descabalan todas las cuentas.
-Llegas tarde -me dijo rodeándome los hombros con un brazo. ¿He dicho que Matías es enorme?
-Llegas pronto tú.
-Invítame a una cerveza -me ordenó con complicidad abriendo la puerta del bar. Se encendieron mis alarmas. Matías nunca ha sido un tipo demasiado simpático.
-¿Qué te pasa? -inquirí desconcertada, enarcando las cejas porque sabía que aquel gesto le encantaba.
-No me pasa nada, enana. ¿Ya te estás inventando películas?
Vale, es cierto. Tengo esa terrible habilidad. Trastoco todo lo que vivo convirtiéndolo en un drama. Pero, de verdad, Matías estaba realmente raro. Lo miré intentando hacer uso de los rayos x que nunca tuve.
-Cuento hasta tres o me voy del bar -amenacé mientras Raul nos servía las cervezas.
-¡Qué rara estás! -intentó Matías ganándose un golpe familiar en el centro del estómago-. ¡Vale! ¡Vale! -se rindió levantando los brazos-. Pero tú lo has querido.
Asentí muy seria con la cabeza y me crucé de brazos a la espera de su explicación. Ni siquiera me sorprendió haberme salido tan rápido con la mía. Matías se inclinó hacia mí:
-¿Cuándo me vas a besar?
Creo que di un respingo, pero eso no lo pensaba contar.

3 comentarios:

MâKtü[b] dijo...

ohh
ohhhhhhh
ohhhhhhhhhhhhhh

Por favor cada día me gusta más leerte!!! que lindo!
hermoso....

DANI dijo...

Quiero una historia así para mi ;O

Besos divinos

la chica de las biscotelas dijo...

joooooooooooooo!
me ha llegado al alma!!!
gracias!