Ricardo, el del estanco, toca la guitarra detrás del mostrador para un público invisible. Hoy ha podido hacerlo porque Manuel, con este tiempo, mejor no sale. Así que puntea y canta con sentimiento aprovechando que la puerta está cerrada. Yo lo miro, cuando paso, a través del enorme cristal del escaparate y pienso que Ricardo siempre utiliza los mismos colores para vestir, pero que, aún así, cada día que paso me sorprende.
4/2/10
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
puntea
qué bonita palabra...
tanto tiempo sin leerla/escucharla...
Hay mundos maravillosos en escondidos en sitios discretitos.
En el estanco, por ejemplo.
Un halo mágico los mantiene lejos de lo vulgar.
Yo también me visto siempre con los mismos colores...pero no por mágica...sino por aburrida.
Un besito, Aire.
siempre hay algo nuevo en su mirada..
La diferencia de lo normal y lo normal del día siguiente...
Algún día se atreverá a tocar con la puerta abierta...^^
Los acordes malditos, es lo que nos distingue de los humanos ;)
Besos entonados
Publicar un comentario