Aurora apuró la copa de vino
apagando vacía el ordenador.
Que lo jodiesen. Que lo jodiesen y
bien. Se quitó el vestido con un gesto,
lo que era un logro tras la botella
de Protos, y trastabilló al caer
en el sofá. Comenzó por reírse
a carcajada limpia en el tropiezo,
hasta que la emoción le arrasó el pecho
como una escavadora impertinente.
La risa prorrumpió en eco prohibido
despertando a la pena, a los fantasmas.
Y Aurora lloró como una niña
borracha abandonada en esa casa,
desnuda y desnutrida en el sillón.
8/1/10
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5 comentarios:
Sencillamente precioso
Besos sobrios ;)
Pobre Aurora. Dile que algún día tomaré y lloraré con ella para que no se sienta tan sola.
Besitos :)
Suena triste, pero a mi me encanta tirarme en la cama y llorar hasta que me harto.
Así me desahogo y no molesto a nadie!
El amanecer tiene una vida limitada... Pero lo bueno es que su preciosidad puede repetirse.
El alcohol...que desata las pasiones encerradas...
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