18/10/09



Al principio el mundo no tenía nombres y esto hacía que todo fuese de todos. Ni siquiera existía la palabra compartir porque esa idea era inconcebible. Si alguien precisaba de algo, simplemente se acercaba y lo conseguía. Era fácil ser feliz.


Pero un día, apareció en el mundo una mujer que comenzó a inventar nombres para las cosas. Algunas de las palabras que utilizaba eran muy absurdas, pero a ella parecían hacerle mucha gracia.


Después de ponerle nombre a las cosas, la mujer comenzó a nombrar a las personas, arrancando bastantes temores en muchos corazones. Uno de los hombres que, sin explicarse por qué, se había enamorado de ella, comenzó a asustarse. Había dejado de ser feliz.


-Está haciendo que todas las cosas y las personas sean suyas –se dijo-, ¿y si llega el día en que otro hombre decide nombrarla?


Tenía miedo porque sabía que nombrar algo era poseerlo. Por eso, el hombre resolvió incumplir todas las normas que le enseñasen sus padres y se armó de valor para encontrar a la mujer y darle un nombre.


El problema es que no sabía qué nombre darle. ¿Cómo iba a encerrar todo lo que la mujer significaba en una sola palabra?


Finalmente el hombre tomó una decisión y, acercándose a la mujer que ponía nombres a las cosas, la llamó Mía.


5 comentarios:

Gabiprog dijo...

leccion de historia?
leccion de sociologia?
leccion de ...

Que mas da!

:)

DANI dijo...

Ja ja ja que bueno!!! mañana por la noche le cuento esta historia a Gabriela para dormir ja ja ja. Me la imagino: "...y porqué?? y porqué???..y cuando???" ja ja ja

Besos imaginativos

Patricia García-Rojo dijo...

Dani que le cuentes mis cuentos a tu hija me hace enórmemente feliz! así que cuando quieras un cuento para Gabriela, sólo tienes que pedirlo!

busca en la despensa de este blog el de la princesa valiente, le encantará!

Cris (V/N) dijo...

me ha encantado.... posesión se llama eso, ais

Anónimo dijo...

Me recordó una canción de manzanero

=)