28/7/09


Paseé bajo pérgolas repletas de hojas verdes en calles estrechas de un pueblecito de Grecia, el sol se filtraba inquieto entre las ramas salpicando la piedra de estrellas diurnas. Después fui una muchacha de vestido negro y pelo recogido, presa en la casa de un caballero inglés al que no amaba, perdida siempre en las azoteas, en los altillos, buscando cómo escapar; y era dos, y me ayudaba a mí misma, pero los ratones me amenazaban los tobillos en las sombras de la casa. Era amazona planeando las tácticas de ataque contra el campamento enemigo, tenía miedo. En el bosque mis pasos se escuchaban amortiguados por las plantas verdes y húmedas, detrás de cada tronco un hurón negro amamantaba a sus crías, ni siquiera me miraba. El tacto de la madera era frío y rugoso, cuando buscaba refugio entre su cuerpo delgado. Al final abrí los ojos sobre mi cama, en la semipenumbra, agotada de tanto viajar.

1 comentario:

Juan dijo...

Los sueños...