
Perdóneme, sé que hace mucho que no vengo a verle, pero necesitaba hablar con alguien de confianza. No se ría así, ya sabe que me cuesta trabajo ser buena chica. Verá, ha habido tantos cambios... Estaba releyendo antiguas cartas, conversaciones, poemas y tratados, y descubrí que había mudado de gustos, mudado los trastos, ya me entiende. ¿Llegan hasta aquí las malas lenguas? Supongo que nadie se escapa de eso, me mira usted como si supiese que he estado rota. Sí, lo sé, sigo cosiendo aunque mis puntos son torpes y parecen remiendos de calcetines viejos. Me quedé anclada en pura Wendy desde aquél día que le dije, ¿se acuerda? Quería contarle que a vivo golpe me han desnucado el corazón dejándolo desnudo en plena calle y que, aún así, no se sorprenda, por más que me aconsejan protegerme, sólo puedo ofrecerme sin escudo al mundo dispuesta a recibir la flecha o la estocada. Tanto dolor me ha hecho temeraria, me van a dar de puñaladas como siga pensando que soy a prueba de balas. Le confieso, es verdad, que creo que si algo tiene que doler, mejor que duela, pero quiero vivir. ¡Imagine qué valiente estoy que compré vestidos largos! Esta risa se la consiento, nos reiremos juntos. Supongo que por fin me siento lo suficientemente libre para hacer lo que me de realmente la gana, ¿se emociona? No se vuelva usted viejo de pronto, mañana vuelvo con vestido para que bailemos juntos, nos debemos ese guiño después de tantos silencios. ¡Cómo lo sabía usted todo! Pero voy a sorprenderlo, he hecho tantos kilómetros en los últimos meses que ya no sé a dónde pertenezco, y ahora escribo poemas cortos como gritos que me desgarran el alma y me hacen reír y amo, es increible. ¡Me preocupaba tanto estar asustada hasta tal punto de ser incapaz de amar! Y vivo llena de miedos, lo juro, pero confío ciega en que las piezas acaban encajando si se le da el tiempo suficiente al mundo para ponerte en tu sitio. Me siento muy guapa, ¿sabe? Tengo que compensarme el amor que me falta a base de piropos cuando paso frente al espejo y vuelvo a leer poesía, ya conoce mis manías, sigo alzando en alto el "merezco el amor de un poeta" de siempre. He vuelto a recogerme el pelo y a llevar reloj, intento pasar todos los días que puedo cerca del mar y me cuesta mucho trabajo leer novelas -quedan ahí restos de pánico-. Empecé otra libreta y me he dejado el pelo largo, vuelvo a tener los rizos con los que me conoció y ahora llevo un anillo que comenzó como señal de duelo o liberación. Vuelvo a comerme las uñas, casi no canto en la ducha y malduermo. Pero encuentro una extraña satisfacción en mí la mayoría de los días que no me nublo. Verá, me encuentro mucho mejor.