Caramelo se cerró el abrigo y se cubrió las rodillas con los calcetines largos y azules. La bufanda le quedaba demasiado grande, así que le dio una vuelta más para que no arrastrase por el suelo y se guardó los picos en los bolsillos para refugiar bien calentitas las manos. Se colgó la mochila con torpeza y se encogió bajo su peso de sabiduría memorizable. Un día más, Caramelo sintió deseos de escaparse, pero un día más fue una cobarde.
-Buen día -gritó su madre desde la cocina antes de que se escuchase la puerta cerrarse monótonamente contra las escaleras.
2 comentarios:
Ups, se fué??
Besos valientes
Seguro que consigue llenarse de valentia.
Mer
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