28/6/09


Caramelo se cerró el abrigo y se cubrió las rodillas con los calcetines largos y azules. La bufanda le quedaba demasiado grande, así que le dio una vuelta más para que no arrastrase por el suelo y se guardó los picos en los bolsillos para refugiar bien calentitas las manos. Se colgó la mochila con torpeza y se encogió bajo su peso de sabiduría memorizable. Un día más, Caramelo sintió deseos de escaparse, pero un día más fue una cobarde.
-Buen día -gritó su madre desde la cocina antes de que se escuchase la puerta cerrarse monótonamente contra las escaleras.

2 comentarios:

DANI dijo...

Ups, se fué??

Besos valientes

Anónimo dijo...

Seguro que consigue llenarse de valentia.

Mer