20/5/09

Ana


Ana no solía sentirse especialmente bonita por las mañanas, pero había días de especial lucidez en que al mirarse al espejo descubría fiel que se quería. Ana tenía el pelo rizado y algunas pecas que el sol dibujaba como besos en sus mejillas. Ana todavía tenía, como tesoro escondido en sonrisas repartidas, dos dientes de leche por los que velaba las horas. Tenía las orejas pequeñas y la barriga de arena cuando se tumbaba junto al mar. A veces Ana llevaba gafas de pasta y el pelo recogido, a veces se ponía las lentillas de salir a ganar y una minifalda de gatita. Cuando Ana se pintaba las uñas de rosa significaba que su alma de guerrera se había encendido y quería comerse el mundo, o que tenía tanto miedo de sentirse pequeña que se hacía regalos como ese para acariciarse el corazón. Cuando Ana se reía todos los que estaban alrededor se veían arrastrados a la risa. Le gustaba tener la última palabra y apretaba los puños para batallar si algo le resultaba injusto. Se cuenta que había cogido de los pelos a alguna compañera durante los años de instituto, también desafió a su jefe tirando toda la propaganda a una papelera sólo porque estaba cansada. Ana cuando besaba, lo hacía a lo internacional, y coleccionaba algunos nombres que miraba con recelo si se animaban a arañarle el corazón. No sabía sumar demasiado bien, por lo menos nunca le salían las cuentas cuando más lo necesitaba y, a veces, se emborronaba de números y sueños de futuro que la dejaban destrozada sobre la cama vacía. Pero Ana tenía energía de amazona, ojos de sirena, pestañas de conquistadora, clavícula de afrodita. Ana acariciaba la vida con manos nerviosas y prisa por llegar, a veces se contentaba con poco, a veces necesitaba un mundo para respirar. Tenía miedo, como todos, y enemigos de abismo anclados en su pecho de muchacha. Ana tenía muchos sueños bien guardados en un cajón de su casa, cuando los miraba sentía una mezcla de vértigo, ilusión y nostalgia, como si ya hubiese pasado el tiempo, como si se le hubiesen quedado pequeños. A veces Ana no sabía qué hacer con tanto amor que sentía por el mundo. Pero un día el mundo comenzó a devolverle el amor, con pequeñas señales. Al principio creyó que era cosa de ese día, que las casualidades existen, que se trataba de un poco de suerte, y el mundo siguió mandándole cartas de amor -a través de los poetas, cuando una fresa explotaba en su boca de curiosidad, cada vez que la luz arrasaba sus mejillas, en las sonrisas que se le cruzaban a lo largo del día, por la magia de un capricho conseguido...-. A veces Ana no se las creía, no le servían para nada. Pero valía la pena, valía la pena por los días en los que el mundo la hacía brillar desde los ojos hasta el pulgar, valía la pena cuando todo su amor se le volvía.
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(felicidades, hermana pequeña)

7 comentarios:

dreamer888 dijo...

Despues de todo esto las palabras a mi se me quedan mudas...y sin significado.

Aique espero mandarte un GRACIAS tan fuerte que sea capaz de cruzar fronteras y llenarte de besos y abrazos!


¡TE QUIERO!

dreamer888 dijo...

sabes qué?? tengo una cosa que se viene a llamar algo así como..."Crepúsculo versión expandida"

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!
jajajajajajaja

Lograi el Luciérnago dijo...

¡Que cosa más bonita...!

gloria dijo...

Qué maravilla... pero qué maravilla... no sólo hay ternura en cada palabra (fantásticas, por cierto) también en cada silencio, en cada rincón de Ana y de ti... puf... de verdad, te agradezco que compartas este derroche de talento y amor. Y frescura, y... es que no pararía, qué buena eres.
Me guardo especialmente esto: "Pero Ana tenía energía de amazona, ojos de sirena, pestañas de conquistadora, clavícula de afrodita" aunque, si te digo la verdad, es por seleccionar algo de un texto sencillamente genial.

Un abrazo (a las dos)

DANI dijo...

Me acabo de quedar congelado! nunca he sido capaz de decirle eso a mi hermana. Quizás sea el momento, no? más vale tarde que nunca ;)

Besos comprimidos

Gabiprog dijo...

:)

Gabiprog dijo...

Me salpicaste alegría... y mira que tengo un mes de mayo...

Besos!