3/12/07



Resonaban hace poco en mi cabeza –o quizá nunca dejaron de resonar- aquellos versos de Salinas que solían decirme de manera constructiva: “se te está viendo la otra”. Sorprendiéndome a mí misma me di cuenta de que por fin no se me veía la otra casi por ningún rincón de lo que somos. Me descubrí “la frágil” por fin a la vista del mundo. Sonreí ampliamente y seguí caminando. De alguna manera me liberé sin darme cuenta. Es una de esas recreaciones de nosotros que construimos cada cierto tiempo y acompañamos de un cambio de zapatos, unos pendientes nuevos o un nombre distinto.













Estaban los dos callados, mirando hacia el infinito. Él se volvió y en el silencio, mirándola compungido, confesó:
-Estoy enamorado de otra tú.
En ese momento sentí sintió que un vaso de cristal se destrozaba contra el suelo. Respiró hondo y haciendo uso de todo su equipaje de mentir, mandó hacia el fondo de los ojos el grito que amenazaba con escaparse.
-¿Qué?- No sabe si preguntó mirando sus ojos tiernos para esa otra, que la vendía atronadora.
-Hoy he visto una foto de Roma.
Qué, dónde, cómo. El cristal llenando el suelo y las maletas rebosantes de secretos. Ella callada.
-Me ha dado un vuelco el corazón, estabas tan guapa…-sonríe-. Déjate el pelo largo otra vez, por favor.
-Claro que sí –murmuró y volvió la vista hacia el infinito.
Dos suspiros escaparon, uno hacia cada mejilla, de incógnito, en camino hacia la boca. Él no se dio cuenta del terremoto, la lámpara dejó de moverse y, despacio, barrió sola los cristales rotos.
Dejó la cremallera a medio echar. Por si acaso.










Eres muchas.
Sí, demasiadas.

2 comentarios:

Arkadia dijo...

Uff... Qué tema! Sí casi siempre eres muchas, lo creo ciegamente, y no sé por qué.

Luar dijo...

Siempre somos muchos...hay dias que casi llegamos a ser una "multidão"....