las autoridades pertinentes declararon
el siniestro total cuando te fuiste
dejando huérfanas la cama y la cafetera.
no hubo forma de coser lo que olvidaste,
ni de salvar los discos, la ropa, aquel sillón.
no fue fácil ordenar el derribo total,
te lo confieso; pero qué gusto
verlo todo volando por los aires
-polvo eres y en polvo te convertirás-
y agarrar los libros, las heridas, un cuaderno
para coger un tren y que él me viera.
qué gusto que escribiera aquel mensaje
sobre el vestido que nunca te gustó.
así que, al fin y al cabo, gracias, amor
que fuiste tumba y precipicio,
no puedo celebrar más tu despedida.