31/1/10

primavera artificial
voy a venderle mi invierno
al mejor postor
-por supervivencia barata-.

29/1/10

nómbrame
reinvéntame en tu voz
deletreada

28/1/10

inconveniencias
Sabía que si levantaba la vista y él la miraba,
su cuerpo ardería instantáneamente.

–¿Qué haces?
-Fumo.
La miré con sus vaqueros remangados y enfundada en el abrigo, la nariz roja por el frío y las manos enguantadas con los mitones. El vaho se confundía con el humo del cigarrillo cuando exhalaba.
-¿Tan cerca de tu casa? –inquirí haciendo una señal con la cabeza, sin entender por qué me sentía tan rematadamente idiota.
-La vecina de ahí es la única que conoce a mi madre –respondió sin mirarme, indicando con la mano del cigarrillo-. Ya me ha visto fumar aquí y no le ha dicho nada.
Quedé sorprendido por tanta información para la chica parca de palabras, así que me senté a su lado en el escalón, intentando respetar su espacio.
-¿Y no te preocupa que pase tu madre y te pille?
-Soluciono los problemas cuando me asaltan –sentenció dando una honda calada a su pitillo y sonriendo al infinito con sus labios ajados por el frío-. ¿Fumas? -Me miró por primera vez, las mejillas pálidas y los ojos transparentes.
-No… –murmuré sintiéndome, como poco, cinco años más pequeño que ella.

27/1/10

perpendiculares
tu curiosidad
barrió mis costillas
en mi caja de cartón
una baraja de ases
la reina blanca
y el dedal que te olvidaste

25/1/10

indecentes
-Soy tu eterna cuenta pendiente
-dijiste y no supe qué contestar.
príncipe azul
Blancanieves mordió
la manzana de mi pecho
hasta envenenarse
-era la décima princesa
que mataba esa semana-.
Estaba harto
de la competencia desleal
de chicas buenas.

(Tienes que ganarme tú,
impertinencia,
pero siempre andas ocupada
en esas ranas misteriosas).
porque alicia no se dejó besar
Si ando hacia ti
siempre encuentro piedra
y no hay faro
ni estrellas capaces
de guiarme a tus orillas.
El mar permanece callado,
arena de desierto,
y son ecos mis voces
en el fondo del pozo
de un amanecer sin luna.
Me canso de remar
y pasearme
divisando el oasis
de tu boca,
apartando sirenas
que se enredan en mis pies.
Ella no te va querer
-cantan- como nosotras.
Entonces, si me detengo,
si miro sus cabelleras rojas,
sus océanos desnudos
de propuestas cristalinas,
pienso -nadando lejos de ti-
hundirme
hacia tu ausencia,
para librarme con ellas
de este lastre de quererte
y que tú no quieras.
uno más uno
de los pasos que des
dependen las piedras

24/1/10

-Me he enterado de tus últimas noticias.
-Son las seis de la mañana.
-Es que me acabo de enterar...
-Llevamos tres años sin hablar.
-¿Y?
-Son las seis de la mañana.
-Sé que no vas a poder dormirte ahora.
-Ya no sabes quién soy...
-No lo sabrás tú.

21/1/10

Lo había vuelto a hacer. Tenía ese brillo en los ojos, Raquel había vuelto a poner veneno en mi copa. La miré por encima del cristal y brindé por ella sonriendo. La acabé de un trago y observé cómo sus ojos relampagueaban de triunfo.

Endurecí mi propia mirada y escupí todo el contenido al suelo. Notaba el regusto amargo en la lengua, sus ganas de acabar conmigo.

Se giró con ímpetu y salió de la habitación dando un portazo. Me entristeció su actitud y, mucho más, escucharla llorar en el baño. Creí que ya había abandonado aquellas prácticas. Pero Raquel siempre sería Raquel y yo continuaría amándola.

aprendo a sumar
aprendo a sumar
restándote.

20/1/10

Aquel día no tenía mucho que decir, estaba cansada y había pasado la mayor parte del tiempo durmiendo. Aún así, había encontrado una posición en la que todo lo que sentía parecía adormecerse, de modo que tenía miedo a realizar cualquier movimiento por si la ilusión se desvanecía y ella volvía a estar allí.

19/1/10

vacaciones
voy a quererte
y mañana vuelvo.

opciones
conjuga la posibilidad
en mi ausencia.

dijo dios
a los pies de tu amor
crecen naranjas

quererte
es coleccionar fantasmas y ases,
comodines y verbos.

18/1/10

trueque
pésame cinco palabras
y te las pago con viento.

(este poema no tiene explicación, para tenerla, donde puse pésame, quise conjugar besar, y cinco es sólo una exageración de dos… en cuanto a pagar… yo siempre pagué mejor con la boca)

17/1/10

-Ese era un sitio para la impiedad –murmuró mirando la libreta negra entre mis manos. Se la tendí turbada. Y quizá tenía razón, quizá no debería haber leído sus palabras.

16/1/10

escombros
tenía las manos llenas de ruinas
y los ojos rotos, como de adulto
que lo ha perdido todo.

-Es sólo curiosidad pero, cuando escribes, ¿piensas en alguien? –preguntó emocionada con el último verso entre las manos.
-No directamente –se encogió de hombros el poeta-, nunca pienso en nada ni en nadie con nombres y apellidos, a veces sólo cazo una palabra y lo contiene todo, a veces es una imagen o una situación.
-Ah… –la joven sonrió intentando parecer alegre y le tendió el poema de regreso.

14/1/10

Hay un camaleón en el ascensor que siempre me mira, yo no sé cómo explicarle que es de mala educación mirar a la gente así, con tanto descaro, y siempre procuro, con gesto digno, mirar hacia otro lado con la barbilla levemente levantada para que él, así, comprenda lo que tiene que hacer, lo que se espera del comportamiento de un caballero, por muy verde que sea. Pero él insiste. Temo que un día de un paso hacia mí y se me ponga más cerca. ¡Va siempre tan a juego que me hace sentirme ridícula! Y además quizá, al ladito mía, escuche sin remedio el corazón desenfrenado que desata cuando entra despacio y calmado a situarse junto a los botones rojos y brillantes de este ascensor sin espejo. Algo tengo que hacer para que entienda el protocolo de los espacios diminutos, de los silencios entre desconocidos o las conversaciones sobre el tiempo.

camíname
tengo valles y senderos
donde refugiarte

13/1/10

quería ser lo que no era
(el poema, digo,
la pasión siempre es lo mismo,
un poco de impiedad
y mucha codicia)
has clavado tus garras
en mi vientre de azucenas
y no puedo dejar de pensarte

12/1/10

y de postre yo
Primero escuchaste mi voz,
como algo lejos que se acercaba.
Después mastiscaste
mis palabras como carne
de fruta, te las comiste todas,
buscando, no sabías qué,
sólo buscando.
Al final quedé yo,
sin voz ni verbos,
puro hueso.
Y, sin saber si sembrarme
o arrojarme, me meciste
de una mano a otra mano
a tu boca.

11/1/10

Cuento para Carmen y Manuel

Había una vez una niña que cazaba globos. Siempre que un globo se escapaba de las manos de alguien o aparecía perdido en mitad de una calle, la niña que cazaba globos lo rescataba y lo devolvía a su dueño.

Cierto día, la niña que cazaba globos decidió que ella también quería tener un globo y que no descansaría hasta que cazase el globo más grande jamás imaginado. Para eso, comenzó a viajar por toda la tierra.

El problema era que, como estaba tan obcecada en cazar el globo más grande jamás imaginado, se olvidaba ya de cazar todos los globos de tamaño pequeñito y, por lo tanto, muchos niños estaban tristes porque nadie rescataba para ellos los globos escapistas.

-Si me ocupo de los pequeños problemas –pensaba la niña que cazaba globos-, perderé mis fuerzas para enfrentarme al gran globo.

Pero cada vez había más y más niños tristes que habían perdido sus globos, tantos que, de pronto, la niña que cazaba globos reparó en que casi no había sonrisas en los parques, ferias y circos que visitaba.

-¿Qué les pasará a los niños? –se preguntaba sin terminar de comprenderlo-, ¿por qué se preocupan por globos tan pequeños existiendo el globo más grande jamás imaginado en algún lugar recóndito que debo encontrar?

Aunque ese globo enorme jamás aparecía y la niña que cazaba globos cada vez estaba más descontenta con su búsqueda y más preocupada por sí misma.

-Creo que era más feliz cuando cazaba globos pequeños –pensó un día mientras trepaba a un árbol para otear el horizonte y la idea la hizo detenerse al instante.

De pronto, la niña que cazaba globos no sabía qué era más importante: si la felicidad o el reto que se había propuesto. Así que se sentó para intentar buscar la respuesta a esa pregunta.

Estando sentada, con las piernas cruzadas concentrada en ninguna parte, un minúsculo globo azul le fue a dar en la rodilla. Levantó los ojos y vio que, tras él, un niño rubio venía corriendo con cara de preocupación. Levantándose, la niña que cazaba globos, sostuvo el globito azul y se lo tendió al chiquillo.

-¡Muchas gracias! –rió el niño- ¡Creí que nunca volvería a verlo!
-Pero es un globo muy pequeño… –le dijo la niña cazadora.
-Sí, pero es mi globo, el mío –explicó el chiquillo sonriendo-, me gusta así. ¿Tú no tienes globo?
-Estoy en campaña de caza del globo más grande jamás imaginado –dijo ella con orgullo.
-¿Y para qué quieres un globo tan grande?
-Pues… –la niña reparó en que ya ni siquiera recordaba para qué quería el globo que andaba buscando-. Porque sí…
-Ah, vale… –se encogió de hombros el dueño del globito azul y se fue corriendo a seguir jugando.

No sabemos muy bien lo que realmente pasó por la cabeza de la niña que cazaba globos en aquel momento, pero la verdad es que, desde aquella tarde junto al árbol, abandonó su empresa de cazar el globo más grande jamás imaginado. Y dicen, los que se la encuentran a veces, que lleva un globito rojo, no demasiado grande, no demasiado pequeño, atado a la muñeca mientras caza y devuelve globos a los demás para sembrar sonrisas.

¡Ah! Y también dicen que, si le comentas algo sobre el tamaño algo ridículo de su propio globo, la niña cazadora responde muy orgullosa y con media sonrisa: “es mi globo, a mí me gusta así”.

10/1/10

nevó
en las ventanas de mi casa
sobre los recuerdos
embelleciéndolo todo.
en mi maleta
agua de relojes
y poesía.


telegrama
inclemencia
congelado
amor
llegaré
tarde

8/1/10

Aurora apuró la copa de vino
apagando vacía el ordenador.
Que lo jodiesen. Que lo jodiesen y
bien. Se quitó el vestido con un gesto,
lo que era un logro tras la botella
de Protos, y trastabilló al caer
en el sofá. Comenzó por reírse
a carcajada limpia en el tropiezo,
hasta que la emoción le arrasó el pecho
como una escavadora impertinente.
La risa prorrumpió en eco prohibido
despertando a la pena, a los fantasmas.
Y Aurora lloró como una niña
borracha abandonada en esa casa,
desnuda y desnutrida en el sillón.

7/1/10

perdida
Alicia se comió mis relojes
cansada de que no la dejase
dejar de caer.

4/1/10

merienda-cena
mi corazón de gorrión
se lo comieron las abejas.

Cuando Wendy dijo a Peter
que quería crecer,
jamás pensó que fuese a ser
tan doloroso.

-Te estás haciendo mayor.
-Lo sé… lo noto.
-Disfruta de eso, aprovecha cada momento, experiméntalo todo.
-No sé jugar.
-Pero es que ya no tienes que hacerlo.

1/1/10

entre coronas y flores
amanecí tan descalza
en pleno centro de ti.