2/11/25

no te duele la garganta.
tampoco la cabeza.
no tienes frío
ni calor.
ese cansancio fúnebre
no es, para nada, enfermedad.
"¿te molesta aquí?", pregunto.
niegas y tiritas,
te agarras los brazos
conteniendo una mueca de disgusto.
yo he visto sangrar las cicatrices que luces,
conozco el origen de tus cardenales,
la temperatura exacta de tu cuerpo
si te invade la felicidad. 
"¿Por qué me engañas?", insisto. 
Al fin confiesas:
"No quiero Apiretal".

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