18/5/20

sujetabas la espada
con la cadera girada
hacia atrás.
yo no sabía si alzar las manos,
pedirte clemencia o
aceptar
con ojos abiertos
la derrota.
al final no tuve
tiempo de pensar.

la estocada fue rápida,
tu pisada ligera.
con miedo, contemplé
tu triunfo sobre mí.

no hubo muerte
en tu condena
-en la resurrección
hallé mi nombre-.

ahora, cuando lucho,
muestro el filo
de la espada,
no escondo
ni el acero ni la luz.


1 comentario:

José A. García dijo...

-en la resurrección hallé mi nombre-.
Dolor, puro.

Saludos,

J.