el día de la batalla decisiva
que vuele por los aires el sistema
y apague para siempre los alambres
que atan a pantallas nuestras manos,
yo habré escondido atrás en la despensa
el tarro que llenamos con promesas
para prender de fuego nuestro invierno
y reclamar en lluvia la existencia
como un acto violento, fulminante,
de amor inmenso y desgraciado.
Pues que sea un tarro bien grande, y lleno a rebosar.
ResponderEliminarSaludos,
J.
"Prender de fuego nuestro invierno".
ResponderEliminarTal vez el otoño sea eso, un invierno besado por el fuego, la lluvia que arde.
Un beso.