atardece a nuestra espalda. veo en el retrovisor
el cielo tiritando a punto de apagarse.
escuchamos el último disco que has conseguido
y los árboles se recortan como sombras chinescas
bajo la primera estrella. los dos sabemos
de dónde venimos y a dónde vamos
sin tener que consultar con la filosofía
ni hablar del futuro. estamos aquí
-tú conduciendo, yo escribiendo a ciegas-
haciéndonos eternos como en tus canciones
a la orilla de nuestros molinos de viento.
inmaculados los dos en el ahora, en flor
como los almendros y esta noche
de promesas y despedidas.
Me he imaginado ese viaje...que bonito.
ResponderEliminarLa curiosidad es, que sonaba de fondo :)
Besazos enormes
Escribir ciegamente... escribir con el alma.
ResponderEliminarun beso,
Facu.
Me ha enganchado el principio, pero es que el final es aún mejor.
ResponderEliminarNo hace falta pensar, sólo dejarse llevar, aunque sea por una vez ;)
Un besito