tabú
eres una tentación constante
para mi imaginación,
es decir,
nos imagino en aeropuertos
nos imagino, de madrugada,
-sabes que siempre fue así-
gritando en calles vacías,
comprando los libros que ya leímos,
juntos, cientos de veces,
aparcando en la puerta
de la casa que tus padres decían
que no debías hacerme,
recorriendo el malecón,
lentamente, sin zapatos.Eres
una tentación constante
para mi imaginación de amazona
territorial, conquistable,
cuando te cruzas de brazos
y serio, así como me miras,
repasas los cálculos
matemáticos precisos que separan
nuestras manos, nuestra voz.
Y es que eres, mientras dure
esta canción, una constante,
interminable tentación
para mi imaginación. Eres...
eres, exactamente,
lo mismo que yo.

distancia de seguridad

entre tu boca y la mía

sólo hay palabras

voy a pescar cualquier cosa

Los celos se me alojan en el pecho izquierdo,

mira que los maltrato, pero deben estar
calientes aquí, tan cerca del motor

de todas mis pasiones y mis pozos más negros,

porque nunca se van, por más yo los echo,

por más que les ofrezco la cárcel conocida

de tu boca callada y tus labios desiertos.

Raquel llevaba un rato leyendo la última novela que había comprado en la papelería de la esquina y ya estaba aburrida. Miró a Guillermo, concentrado en la pantalla del ordenador, tecleando casi mecánicamente. Se desperezó en el sofá y cerró el libro sonoramente, pero no logró distraer a Guillermo.
Se levantó contoneándose y se fue acercando a él hasta apoyarse en la mesa donde trabajaba mirándolo de frente.
Guillermo siguió inmerso en el documento en el que estaba trabajando.
-¿Me das un beso? –le preguntó Raquel con tono casi infantil.
-Claro –sonrió Guillermo terminando de teclear la última palabra y le regaló un beso cálido y breve antes de volver al trabajo.
-¿Me das otro beso? –rogó Raquel descubriendo que sus tácticas disuasorias no estaban teniendo demasiado éxito.
Guillermo se rió por lo bajo y, esta vez, la estremeció con un largo y lento beso. No había comenzado a alejar sus labios de los de ella cuando Raquel volvió a preguntar:
-¿Me das otro beso?
Guillermo se recostó vencido en la silla conteniendo la risa, llevando su mirada de ella al impreso que tenía que entregar sin más remedio al día siguiente y, de nuevo, a ella.
-Pero a ver –le dijo-, ¿tú cuántos besos quieres?
-¿Tú cuántos tienes? –se lanzó ella emocionada.

abuhardillada
dejé mi espada en tu desván
junto a todos los poemas que olvidaste
y la arena que seguía en mis bolsillos
-por si volvías-.


primer verso robado de un gran grandísimo amigo

túneles y carreteras

hoy pintaré ramas de almendro para ti

preñadas de flores blancas como tu boca

blanca como tu cuello, cuando el sol despereza

en tu balcón los amaneceres prohibidos

de los veraneantes de inviernos como yo.

llevo

llevo tu miel y tu sal

como promesa de inviernos

amanecimos

amanecimos
privados de misterio
puros nosotros

códices

tengo palabras prohibidas

en un libro interminable

lleno de recuerdo y ruina

-le estoy buscando un final

que me haga justicia-

mil dedales para wendy
coser calcetines se me da de pena
sin ti.

las dos y cuarto

Te vendo una estación de tren

donde arriesgarnos

con billetes sin fecha y sin horarios

¿te acuerdas? ojalá pudiese

comprarte el tiempo

para perderlo conmigo.

voz de mando

voy a levantar tu campamento

de mi pecho transparente

acabaron mis reservas

la desidia de tus tropas,

ahora son ellas o yo.

al eco de tu voz
ausente de palabras
tartamudeo tu nombre
entre cristales vacíos
y alambradas viejas
¿por qué no quieres
venir?

aún me queda tu sombra
en esta casa privada
de los sueños transparentes
con que solía sembrarte
el pasillo hacia mi cama.
calcúlame las manos
con tu boca de incendiario,
he arrasado mil caminos
imaginando tu abrazo
¿por qué no quieres
venir si descubrí abecedarios
que empezaban en tu cuello
y acababan donde acabo?

has perdido los mil mapas
que iluminan
los senderos de mis tierras
las fronteras donde aguardo
tu llegada lenta y torpe
a destruirme
¿por qué no quieres venir
con el fusil de tus labios?

Midieron mi ignorancia a cazuelas
y me dio un poco de vergüenza
no ser capaz de pensar en otra cosa
que no fuese en ti.

carnaval

no sonríes

tras la máscara.

-Es que, si te beso, no voy a poder evitar enamorarme de ti.

-Pues entonces, enamórate de mí esta noche.

-¿Y mañana?

-Mañana te habrán vuelto a volar el corazón, sirena.

medicina tradicional

quizá por fin estoy

curada de ti

té

té, no de tú,

té de mí, de yo.

cuando pregunte

esta vez sólo esperaré

cinco minutos

acuarelas

coloreaste mi piel

de cian y misterio,

de cristal y abandono,

de surcos de besos

de ti, de nada.

-Es estúpido... -musité avergonzada sin querer levantar la cabeza.

-Nadie dijo que tuviese que ser de otra forma -se rió tirando de mi mano con fuerza para que lo siguiera. Opuse una fingida resistencia y comencé a andar evaluando mis opciones para escapar.

Él, simplemente, tarareaba.

escribí
no vengas a jugar si sabes
que podría dártelo todo.

escribió
siempre fuiste la única
que hablaba de jugar.

Ricardo, el del estanco, toca la guitarra detrás del mostrador para un público invisible. Hoy ha podido hacerlo porque Manuel, con este tiempo, mejor no sale. Así que puntea y canta con sentimiento aprovechando que la puerta está cerrada. Yo lo miro, cuando paso, a través del enorme cristal del escaparate y pienso que Ricardo siempre utiliza los mismos colores para vestir, pero que, aún así, cada día que paso me sorprende.

respiraciones

el aire anunció

tu cercanía

-Pensé que me estabais esperando –sonrió concentrada en no enrojecer.
-No… –concedió Raúl-, pero si quieres te espero.
-¡Raúl, no digas tonterías! –rompió en una carcajada al tiempo que rebasaba al grupo.
-No es ninguna tontería –respondió él alcanzándola-, quizá sólo nos queda hoy.
-¿Carpe diem?
-Explicas muy bien los tópicos.

amor de usar y tirar

me pediste la mano

entre humo de lavabo

e intenté mentirte

sólo lo necesario

para saciar mi sed.

Lo siento

-mi teléfono era falso-.